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el estado de inflamación en nuestro cuerpo es un mecanismo de defensa cuando se detecta un cuerpo extraño o una condición que debe ser tratada y mejorada
¿Te has llegado a sentir tan inflamada en el área abdominal que has decidido no ponerte ese traje, blusa o vestido de baño? Quizás te pasa por la mente que en realidad no es cónsono lo que comes versús el volumen de cintura que has desarrollado… Aunque podemos pensar en muchos motivos que hacen que esto suceda, debemos prestarle atención a uno de los factores que podemos cambiar y ver resultados desde hoy mismo. ¡Ya sabes a qué me refiero!, a nuestra alimentación. Pero más allá de las cantidades, porciones y calorías, hay que brindarle especial cuidado al tipo de productos que ingerimos.
Recordemos que el estado de inflamación en nuestro cuerpo es un mecanismo de defensa cuando se detecta un cuerpo extraño o una condición que debe ser tratada y mejorada. Además, esto suele ocurrir por momentos y tiempo limitado. Cuando la inflamación se torna crónica, es decir, que no desaparece con los días, se puede relacionar con mayor riesgo de desarrollar enfermedades como diabetes y obesidad. Este tipo se asocia con nuestros hábitos de estilo de vida como la alimentación, el nivel de actividad física, el descanso y otros aspectos como el manejo del estrés.
Aunque los alimentos no son los únicos detonantes de esta condición, son uno de los factores que más impactan a la hora de mejorarla. Ahora bien, ¿qué alimentos nos hacen más susceptibles a desarrollarla?
1. Grasas trans y aceites refinados
Las grasas trans se forman al agregar hidrógeno a un tipo de aceite líquido para convertirlo en una grasa más sólida tal como es el caso de la margarina. Esta grasa, en ocasiones utilizadas en productos empacados como chips, galletas, dulces y palomitas de paquete, suele aparecer en su lista de ingredientes como “aceites parcialmente hidrogenados”. Por lo tanto, si llegas a ver esto es mejor evitarlo.
Leer más: Grasas alimentarias: ¿cómo saber qué tipo elegir?
Por otro lado, los aceites refinados son aquellos que, al momento de extraerse de las semillas (girasol, maíz, etc), son sometidos a múltiples procesos de refinamiento para aumentar el volumen del producto y así hacerlo más rentable. También se altera su capacidad de soportar temperaturas altas (de cocción), siendo así más susceptibles a crear acroleína (una sustancia tóxica). Además de esto, algunos de los aceites vegetales son ricos en Omega 6 y, aunque es necesario hasta cierto punto, se conoce que ingestas muy altas puede provocar inflamación. Tal es el caso del aceite de soya que puede estar presente en muchos productos de la industria alimentaria.
En casa prefiere utilizar aceites vírgenes para cocinar como el de oliva, aguacate, coco y mantequilla real.
2. Azúcares y carbohidratos refinados
Los carbohidratos refinados son aquellos que al ser manipulados por el hombre se le retira gran parte de su fibra dietética natural, por lo que pasan a ser más fáciles y rápidos de digerir. Debido a esto, se altera más el nivel de insulina, quien a su vez promueve el almacenamiento de grasa, más que nada a nivel del abdomen. Por otro lado existe evidencia científica de que las bacterias intestinales pueden verse afectadas ante este tipo de alimento carente de fibra .
Procura elegir carbohidratos como panes, arroz, pastas, entre otros, que sean integrales. Una buena forma de saber si lo son es ver si en los ingredientes se incluye harina integral en más del 70%
En cuanto a los azúcares, debemos centrar nuestra atención mayormente en el compuesto ampliamente utilizado en los alimentos empacados como jugos, gaseosas, refrescos, dulces entre otros, conocido como jarabe de maíz. Este es alto en fructosa y el azúcar de mesa sacarosa, ya que está demostrada su relación directa con la inflamación y el desarrollo de enfermedades crónicas.
Al igual que los carbohidratos refinados, la razón principal por la que nos afecta es su capacidad de alterar los niveles de insulina y la consecuente cascada de eventos que se generan silenciosamente. Opta por consumir bebidas y productos endulzados con sustancias naturales que no alteran el azúcar en sangre como la stevia y la fruta de monje, también utilizar mieles 100% naturales puede ser una buena opción siempre que se modere la porción, ya que estas sí pueden alterar la insulina si se consume en alta cantidad.
3. Carnes procesadas
Embutidos como jamones, mortadela, salchichas, bacon, ahumados o cocidos pueden aumentar el riesgo de desarrollar inflamación por tener componentes químicos para conservarse como los nitritos entre otros. Además, en algunos casos se da la producción de dioxina que son sustancias producidas al calentarse este tipo de carnes y también es altamente peligrosa para la salud. En su lugar te recomiendo elegir comer fuentes de proteínas más naturales como huevo, poll,o quesos blancos, entre otras opciones que pueden alejarte de la inflamación.
En este verano, anímate a ponerle más interés a los ingredientes de los alimentos que consumes, y menos drama a las calorías.
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