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El Grand Palais fue nuevamente el escenario de uno de los desfile más esperados de la temporada.
Por: María D. Valderrama
Chanel homenajeó hoy en su desfile de Alta Costura femenina para la colección otoño-invierno 2018/2019 el lado más literario de París, hervidero de su inspiración, y convirtió la pasarela en la ribera del Sena, con sus famosos puestos de libros y el edificio de la Academia Francesa como fondo. Como es habitual, el escenario fue una espectacular recreación en el interior del Grand Palais de la capital, bajo su cúpula de cristal, que sirve de casa a la marca en la presentación de cada una de sus exhibiciones.
Las aceras grises y los kioscos verde botella llenos de libros de segunda mano, carteles y "souvenirs" sirvieron de marco, al igual que sus "bouquinistes", los libreros que allí trabajan, puesto que asumió el modelo Brad Kroenig junto a sus hijos Hudson y Jameson, ahijados del diseñador, Karl Lagerfeld. Vestidos con una sudadera gris con el logo de la casa y el mensaje "Institute Chanel", los tres siguieron desde dentro la colección, que tuvo un claro deje parisino en colores y actitud.
La "top model" italiana Vittoria Ceretti abrió el desfile con un traje de chaqueta gris con bordados en los laterales de las mangas, que iban abiertas hasta el codo con un forro interno de lentejuelas, y falda larga -también con exagerada apertura- por encima de una mini, silueta que se repitió en toda la línea. En casi setenta siluetas, Lagerfeld retomó los códigos de la casa, sobre todo el tejido "tweed" que incluyó en variaciones de gris y blanco junto a algún "look" en rosa pastel o fucsia.
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Las faldas con enormes aberturas laterales permitían caminar con facilidad y daban una sensación de movimiento, consiguiendo un estilismo moderno gracias también a botines en piel de tacón medio y puntera rectangular, aparentemente cómodos, en negro, blanco o gris oscuro. Para la noche, la casa, fundada en París por la diseñadora Coco Chanel en 1910, cambió la invernal lana del "tweed" por seda, terciopelo, tul y lentejuelas en vestidos con mangas abombadas, faldas plisadas y cuellos redondos cerrados. Lagerfeld se atrevió incluso a recuperar tendencias ochenteras, como minivestidos en telas satinadas de falda y hombreras globo, el punto más cursi en esta temporada.
El trabajo de los talleres de Chanel -la parte más simbólica e interesante en un desfile de Alta Costura- se apreció por el cuidado de las técnicas, como la inclusión de plumas en mangas o tops bordados con cristales, así como en una espectacular falda plateada, del material de las chaquetas de plumas para el invierno. La pasarela cerró con un par de vestidos plisados, similares a trajes de novia, aunque la auténtica propuesta de matrimonio de Chanel fue un traje verde menta con chaqueta, falda larga y tocado con velo, que lució la modelo Adut Akech Bior, australiana de origen sudanés. Lagerfeld salió a saludar junto a ella, acompañado también por los pequeños Kroenig, Hudson, de diez años, y Jameson, de siete, ambos habituales de Chanel.
La cantante Vanessa Paradis y su hija, la modelo y actriz Lily-Rose Depp, siguieron el desfile desde la primera fila, junto a la intérprete española Penélope Cruz, invitada estrella de la casa en el mismo día en que Chanel anunció que será la imagen de su próxima campaña Crucero 2018/19.
"Hace más de veinte años que vengo a los desfiles, me han vestido para muchos eventos y a él lo conozco también desde mis veinte años, es un honor trabajar con ellos", dijo Cruz a la prensa española tras el desfile, al que acudió con un vestido coral y blanco con boina de lentejuelas de la colección Crucero 2018/2019. La actriz confesó que Lagerfeld le parece "un genio" y dijo que sus creaciones son "maravillosas". "Creo que me lo pondría absolutamente todo", zanjó.
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