- Para Padres
Cuando un matrimonio llega a su fin trae consigo un sinfín de reacciones que impactan la vida de cada una de las partes involucradas.
Terminar una relación, con un ser que en su momento fue amado, genera la sensación de pérdida. Y es normal que surjan preguntas sobre la vida actual o futura. Para profundizar en el tema, la psicóloga y psicoterapeuta familiar y de pareja, nuestra columnista experta, Marine Peyronet, menciona que cuando se inicia el proceso de separación siempre habrán sentimientos que no se pueden borrar de la noche a la mañana, y añade que sí se puede encontrar un punto medio para llevar la relación de la manera más sana y humanamente posible.
Y es que cualquiera que haya sido la causa de la separación, como adultos, los padres deberán sentarse y conversar sobre cómo manejarán la crianza de sus hijos, ya que seguirán ejerciendo roles importantes en la vida de ellos. La especialista también destaca que es importante no mezclar lo que fue la relación de pareja con la de padres. Hay que entender que el estar separados no significa que el trabajo de crianza recaerá de manera individual, ya sea para la madre o el padre.
Sin importar quién tenga la custodia, los padres seguirán siendo un equipo que — aunque de forma separada— deberá trabajar en conjunto. Lo fundamental aquí es enfocarse en las necesidades de los hijos. Para lograr esto es necesario desarrollar y trabajar la cooperación, sensibilidad, flexibilidad y comunicación.
La psicóloga y terapeuta recalca que uno de los retos más grandes para los progenitores será desvincular la relación parental de la relación de pareja. Y esta es la parte del proceso en la que pueden ocurrir más dificultades,sin embargo se aconseja que cualquier tipo discusión o desacuerdo sobre la crianza se lleve a cabo en un espacio privado, sin que los hijos se involucren. Bajo ninguna circunstancia es recomendable involucrarlos, sin importar la edad que tengan, porque aunque no sean pequeños la tensión es la misma.
¿Qué hacer?
Es conveniente buscar ayuda profesional y no esperar hasta que sea muy tarde o hayan pasado una serie de conflictos para plantearse atacar el problema. Prevenir es proteger de heridas adicionales y muchas veces innecesarias. Si los padres sienten que no son capaces de poder manejar sus propios sentimientos y los de sus hijos, es mejor dejarlo en mano de terceros, como un profesional de la rama, que les ayudará y orientará sobre cómo lograr una separación más sana, menos dolorosa y conflictiva para todos. En cuanto a la posibilidad de tener una amistad con la expareja, la especialista menciona que esto dependerá de la fortaleza de cada quién. No hay que forzar la amistad, pero sí buscar el respeto y la cordialidad, este es un valioso ejemplo para los hijos.
¿Cómo es para tus hijos tener una doble vida?
La separación de los padres es para los hijos una ruptura y una perdida también. Muchas veces la inestabilidad emocional del momento puede acompañarse de una realidad física, ya que algunos iniciarán una vida por partida doble. Esto puede significar una larga lista de cambios en su entorno inmediato: cambio de domicilio, diferentes espacios, amigos, estilo de vida, etc.
Es importante que independientemente de cómo se defina la custodia, puedan sentir que algo no ha cambiado: el amor que sus padres sienten por ellos. Deben tener claro que existen las mismas pautas y límites, que el apoyo sigue estando, aunque no sea de los dos al mismo tiempo, y que lo tendrán donde estén.
Sea cuál sea el arreglo que decidan los padres, es necesario que haya consistencia en los horarios y días, para que ellos puedan establecer una nueva rutina y no sentirse angustiados por constantes cambios en su estructura familiar.
Las reglas deben ser las mismas que antes y no se debe desautorizar lo que el otro progenitor decida establecer, ya que esto podría crearles más confusión, y en momentos pudieran sentir que son muestras de amor disfrazadas de conflictos no resueltos entre padres.
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