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Acompáñanos a descubrir los tesoros escondidos en lo profundo de esta isla ubicada en los mares de Honduras. ¡Feliz viaje!
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Por: Alcides Rodriguez
Roatán es una pequeña isla caribeña con una extensión territorial de 120km2: de longitud, 60km, y de ancho, 8km. Está ubicada en el Atlántico al norte de Honduras, acompañada de dos islas: Utila y Guanajas, y Cayos Cochino. De las tres, la más grande es Roatán.
Es sorprendente que en los últimos 15 años se ha colocado como uno de los mejores destinos turísticos, recibiendo constantemente el atraco de cruceros procedentes de Canadá, Estados Unidos y Europa, lo que la convierte en una isla 100% turística.
Con relación a Panamá, queda en vuelo directo a una hora y cuarenta cinco minutos, desde el aeropuerto Marcos Gelabert de Albrook.
En nuestra placentera visita, estuvimos hospedados en la parte más distinguida de la isla, West Bay Beach. Y debido a que estuvimos en un tiempo frío (y las playas estaban cerradas), nos decidimos por un recorrido terrestre de la isla, en un viaje que duró toda la mañana y parte de la tarde, permitiendo conocer a los poblados, sus tiendas, degustar sus comidas y visitar sus “malls”.
Desde los puntos más altos observamos el océano Atlántico, que rodea la isla, para luego descender y sumergirnos en el barco de vidrio en las profundas aguas del Caribe, y así conocer más de ese mundo submarino que esconde Roatán.
En mi caso, será inolvidable esa visita porque precisamente fue en esos días que cumplía 29 años de casado.
Las islas del Caribe siempre han impresionado a los visitantes por sus aguas cálidas, cristalinas y los maravillosos colores turquesas que varían según su profundidad, además no dejan de sorprender con una variedad interminable de peces y arrecifes coralinos que alucinan al turista al sumergirse.
Y no puedes pasar por alto a los lugareños, que con ese calor tropical traído del África, han logrado con sus comidas típicas, como la sopa de caracol, y sus ritmos musicales, como el baile de punta (muy parecido al congo), atraer al visitante.
Los habitantes aprovechan el medioambiente evitando la deforestación, sustrayendo de allí monos, guacamayas, tucanes, entre otras aves, que han domesticado para que interactúen con el visitante y sean retratados a cambio de una propina.
Cuentan con un insectario con exuberante colección de mariposas, escarabajos y otros tipos de insectos, todos nativos de la isla, en el parque Gumbalimba.
Si te gusta lo extremo, puedes probar desde lo más alto de la montaña hasta llegar a la playa en el famoso Canopy Monkey, apreciar el “show” de delfines, o hacer “snorkeling” en la segunda barrera coralina más grande del mundo, que también puedes apreciar entrando a un barco de vidrio con capacidad para veinte personas.
Para apoyar el turismo, el Gobierno de Honduras ha implementado la enseñanza del idioma inglés en todas las escuelas primarias de la isla, creando jóvenes bilingües que rápidamente se integran a la demanda laboral del sector turístico, trabajando en hoteles ya sea ofreciendo giras en autos por los puntos más importantes de la isla o como guías en los museos y sitios de interés.
En los “canopy”, son ellos los que cuentan la historia de la llegada de Cristóbal Colón el 30 de julio de 1502 y posteriormente los ingleses, que después de una larga negociación devuelven la isla a Honduras en 1860.
Una de las principales etnias que habitaron la isla fueron los garífunas o negros que habían sido expulsados de la isla de San Vicente por los ingleses, ellos se distinguen por ser de ojos azules y tonos claros. Aunque hoy la mayoría ha emigrado a tierra firme, quedando solo en poblados como Punta Gorda.
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