Esto de ser bajita, piernona, muslona y pocotona no es un arte que cualquiera puede dominar. Sí, AMO mi cuerpo, o sea le saco el provecho, pero ciertamente tantas luces encendidas, los comercios promocionando los cuerpos talla 0 te dan de bofetones de buenas a primera.
Todos los pecados quedan al descubierto cuando ves a una mujer en bikini o en ropa interior, se le ve todo desde el más allá, la línea del depilado, el huequito mal portado que quiere ser celulitis, hasta el moretón de la mesoterapia.
Si hay algo cierto es que de hambre no me voy a morir, a veces siento que con cada muslo puedo alimentar una población en hambruna, créame, de cada pierna usted hace un festín. Si me ahogo, mi flotador natural cerca de la cadera me salva de una desgracia. #UstedAgarrese
Últimamente estoy en ese peso en el que las flacas me dicen que estoy riquita y las gorditas me dicen que estoy flaquita, o sea, no entiendo nada. Mientras me siento “cool” luciendo mis “shorts”, EL ‘MAN’ me dice: “eres hermosa, lo fueras mucho más si bajaras 20 libras”, acto seguido, regresé la pizza al plato, no comí más y buscaba un carrizo a ver si con eso me hacían la liposucción express.
Entonces, ¿ahora cómo pierdo 20 libras antes de volver a vernos? Fácil, haré dieta y cuando sienta que mi estómago se come a mi estómago sabré que estaré perdiendo peso.
La únicas dietas que me han funcionado son: sudar el jamón en el gimnasio con una rutina de casi dos horas y no degustar nada de lo que como o desayunar omelette, almorzar tuna, cenar un Gin & Tonic y estar ajetreada todo el tiempo… ¡ah!, pero dieta con resultado seguro señoras: LA CABANGA, te chupas, quedas raquítica, no hay pan que logres tragar… eso sí es cuadritos seguros.
Me repito para consolarme: “Dios me hizo suculenta para dejarte sin hambre”.