Queridos lectores, durante mi reciente viaje a Barcelona, tuve el privilegio y el gran honor de entrevistar a uno de los mejores joyeros y maestros catalanes, dedicados a la enseñanza de la joyería y la orfebrería, el profesor Carles Codina.
De familia trabajadora y humilde, empezó estudiando económica y había hecho oposiciones para trabajar en un banco, pero a sus pocos 22 años lo dejó todo y se fue a estudiar escultura en la Escuela Massana (Barcelona). Recuerda que fue uno de sus primeros maestros, Carlos Díaz, quien le llevó a encontrarse de frente con el micro mundo de las piezas pequeñas y así supo que seguiría el camino de la joyería.
Al tercer año de carrera, ya tenía montada su propia empresa, la cual llamó Good SCP (sociedad Civil Privada), con la cual todavía hoy día factura. En aquélla época, Barcelona estaba creciendo mucho a nivel cultural, las tiendas de diseño en aquél entonces estaban naciendo.
Dentro de la Alta Joyería fabricaba y todavía fabrica, joyas por encargos personales. También inició diseñando para empresas, eran años de mucho trabajo. De aquél entonces, le ha quedado el gusto por hacer encargos: “que te llegue un señor o una señora que no conoces, que te pida una pieza, te explique lo que quiere, haces un briefing, luego entregas la joya y ves sus rostros, te miran a los ojos y te dan las gracias y encima te pagan por eso!” Recuerda una vez que su madre caminaba en la calle y una señora le dijo: “que manos que tiene su hijo”!
Nos explicó que el trabajar diseños para empresas es un tanto frío pues el cliente es una tercera persona, que no conoces, al final nadie te lo agradece. Cobras y no sabes a dónde va a terminar el producto. En cambio, el encargo personal es muy agradecido, ves como se emocionan las personas. Tienes que decir determinada cosa, que tal vez tu cliente no se atreve a decir, transmitir un sentimiento, decirlo muy subliminalmente con la joya.
Nos relató que hace dos años hizo un encargo para un amigo, quien quería regalarle a su esposa una pieza que tuviera tres piedras diferentes, que representaran a cada uno de sus tres hijos adoptados en diferentes países, que tuviera además un corazón, algunas frases inscritas y por último le dice: “! A mi mujer no le gustan las cosas sofisticadas, le gustan cosas lisas y que no se vean”!
Todos estos elementos hacían complicada la tarea de crear una pieza con piedras, lisa y encima que no se viera, pero la creatividad pudo más y nuestro profesor se inspiró en la caja de la oveja, de El Principito. Fue armando la caja y fotografiando paso a paso su contenido al ir engastando las piedras, al ir inscribiendo los mensajes en el metal, hasta que finalmente cerró la caja, con soldadura. De forma que tienes que imaginarte todo lo que está adentro. El regalo fue entregado con el libro de El Principito y las fotos del interior de la caja. Éxito total! Y así culmina éste fascinante encargo en el que su cliente quería transmitir algo a su esposa con toda la familia que habían creado juntos. Queridos lectores, eso es fascinante!
En la próxima semana, les ofreceré la segunda parte de ésta maravillosa entrevista. Hasta pronto!!
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