- Mente y Cuerpo
La realidad es que tenemos sesgos inconscientes y no nos hemos dado cuenta de los hábitos que vivimos como verdades cuando calificamos, clasificamos y dividimos el mundo de acuerdo a lo que aprendimos en casa, la escuela o lo que nos dictó la religión.
- Cristina Raquel
- www.cristinaraquel.net
- CRcristinaraquel
Hola Mujer!
Hablemos hoy del tema de la inclusión. Cada una tiene su experiencia y percepción sobre este tema. Te contaré la mía.
En el año 2006 cuanto tuve a oportunidad única de ir a Bangalore, India, una mañana desperté con esta frase en la mente: Inclusión, la otra forma de amar.
En ese momento tuve total claridad de que en algún momento tendría que hacerme responsable por esa frase. Años después estando en un curso de escritura creativa, mientras vivía en Miami, recuerdo haber escrito sobre la relación entre el amor y la palabra inclusión, y haber tenido una buena nota de la profesora.
Hoy puedo decir que sigo trayendo la frase y el tema de total relevancia en un mundo distraído con poca memoria. Al final del escrito he logrado introducir el enlace del audio y la meditación para ti. Con gusto puedes compartir ambos si encuentras valor en este mensaje de máxima necesidad.
En los últimos años, los gobiernos y las corporaciones inician programas y nuevas narrativas sobre la «inclusión» como algo novedoso y necesario. Y yo me siento extraña porque no es ninguna novedad.
Como si ahora, de repente, por vez primera fuera necesario aceptar y amar a todos los seres humanos. Eso me sorprende. Parece irreal.
¿Qué pasa en nuestras mentes y nuestras narrativas con la inclusión?
¿Sientes que incluyes a todo ser humano en tu vida?
La realidad es que tenemos sesgos inconscientes y no nos hemos dado cuenta de los hábitos que vivimos como verdades cuando calificamos, clasificamos y dividimos el mundo de acuerdo a lo que aprendimos en casa, la escuela o lo que nos dictó la religión. Todo de acuerdo a nuestros valores y puntos de vista, que no necesariamente tienen coherencia con la realdad humana.
Excluimos y no nos damos cuenta. Lo hacemos a diario. Parece que no y sin embargo aparecen en nuestros círculos de familia, amistades, colegas y vecinos.
¿Qué acciones estamos tomando para no dejar a nadie atrás?
¿Será posible dentro de esta distancia y aislamiento incluir a todo ser humano en nuestra experiencia? ¿Cómo?
La inclusión es una práctica inevitable que hay aprender e integrar en nuestros cerebros para humanizarnos. Es evidente y claro que nos hemos convertido una humanidad distraída, tal vez hipnotizada, obsesionada por las clasificaciones y divisiones, llegando incluso a rechazar ciertas áreas para no perjudicarnos. Sí, comprendo, en algunos casos tiene que ver con la seguridad personal.
Es hora de poner atención y parte de ello conlleva a revisar nuestras creencias y narrativas acerca de quiénes son «ellos» y quiénes somos «nosotras». ¿Qué son y qué hacen ellos? ¿De dónde son?
Esta mañana mientras caminaba (a propósito eso de que el cerebro necesita movimiento es más que una ley para mí, dado que cuando camino se aclaran viejas ideas y saltan nuevas), en el camino pensaba en lo fácil que es juzgar y criticar lo que hacen y no hacen los demás.
Cuando eso ocurre, rara vez traemos a la consciencia nuestra historia personal o la posible circunstancia que atraviesa esa persona en quien depositamos el juicio. Lo que me vino a la mente fue esta frase como un mensaje clave para rescatar a mi mente en el momento del juicio:
“No la conozco. Si la conociera, la aceptara”
Si realmente te conozco me importas, entonces lo primero es aceptarte, conozca o no tu historia. La razón (y tal vez el sentido común) me dice que algo debe estar ocurriendo en tu vida o en ese momento para que actúes “así”.
Si te conozco, me importas y te acepto; si te conozco, aunque no te comprenda, te acepto y te respeto. Entonces, ¿por qué voy a criticarte o a molestarme? Es aquí donde viene el impulso inconsciente de empezar un proceso de exclusión de aquellas personas que no van de acuerdo a como queremos que sean.
La clave “no te conozco” me brinda dos opciones: recordar la humanidad de todo ser humano y dejar pasar el evento, o quedarme en el resentimiento donde te excluyo porque no has sido como yo quiero que seas. Uno de mis maestros preferidos dice: el mayor sufrimiento humano es que la vida no está ocurriendo como tú quieres que ocurra.
Hay exclusión en cada esquina. Solo hay que poner atención y saber en qué momento puedes actuar diferente. Eso se hace con curiosidad y ganas de practicar la empatía, algo así como la inclusión, algo así como otra forma de amar.
Ahora puedes escuchar el audio, o tal vez ya lo hiciste. Me hará feliz, inmensamente feliz, si me comentas tus sensaciones y pensamientos sobre «Inclusión, la otra forma de amar».
Te comparto la meditación de la inclusión, parte de las 21 meditaciones de bienestar que realizamos durante el confinamiento.
Te comparto el audio sobre el tema de la Inclusión, otra forma de amar.
Gracias por estar cerca, por leerme, por escucharme, por permitir que yo me exprese y saber que tú existes.
Te abrazo, Cristina Raquel Promotora del Aprendizaje Continuo Mentora de Actos de Poder
Leer más: El valor de descubrir lo que te importa, para ser feliz