Lun, 09/24/2018 - 22:51
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¡Más conciencia, menos plástico! La XXVII limpieza nacional de playas, costas y ríos que se realizó el pasado 23 de septiembre fue un momento para reflexionar sobre la grave contaminación que enfrentan los mares.
Como parte de la celebración de la XIV edición del Mes de los Océanos (septiembre), el pasado domingo 23 se realizó la XXVII limpieza nacional de playas, costas y ríos. Una actividad que coordinan más de 50 organizaciones académicas, empresariales, no gubernamentales y públicas.
Desde las 7:00 a.m. grandes y chicos se dieron cita para realizar una labor de limpieza, con el fin de crear conciencia en la población y así proteger estos cuerpos de agua, que en la actualidad se encuentran en peligro, especialmente por la contaminación desmedida y el mal manejo de sus recursos.
Neumáticos, cajetas, latas, objetos cortantes, pañales desechables y mucho plástico, fueron algunos de los desechos que los miles de voluntarios removieron en las playas a lo largo y ancho del país.
Pero el esfuerzo va más allá de limpiar: se trata de una jornada científica para detectar el tipo de desechos que más están contaminando y así poder tomar acción. La jornada forma parte de la iniciativa mundial ‘Costal Clean Up de Ocean Conservancy’.
“Hoy es una limpieza científica. No es recoger basura por recoger; sino que hay una cartilla que se llena con los diferentes elementos que se encontraron. Luego, esa data es unida en Washington con la de otras 127 ciudades del mundo que hacen en el mes de septiembre la limpieza mundial de playa”, señala José Agustín de Obaldía, miembro del comité del Mes de los Océanos. Agrega que a partir de la data se concentran en qué elemento es el que más contamina a nivel mundial y se le pide a las empresas contaminantes hacer los correctivos.
Por qué cuidar los océanos
A medida que crece la población mundial también aumenta el hábito de arrojar desperdicios, lo cual es una gran amenaza para los océanos.
"El 50% del aire que respiramos proviene de los océanos. Si nosotros volvemos un cerco asqueroso los océanos, nos estamos restando aire también para nosotros”, ilustra De Obaldía. Los mares también recreación, remedio, transporte, alimentación y medicinas.
De Obaldía reconoce que los contaminantes han ido evolucionando en el tiempo: cuando comenzaron la jornada, hace más de dos décadas, encontraban muchas botellas de vidrio. “Ya no se ven porque hay industrias que están reciclando estos materiales, pero lo que reina ahora mismo es el plástico, que es muy malo porque no se desintegra rápidamente; además, en los océanos se convierte en microplástico que se lo están comiendo los peces, lo que significa que en años venideros nosotros vamos a estar comiendo carne contaminada con estas fibras de microplásticos”, advierte.
El peligro del plástico para las aves
El plástico no solo es el gran contaminante de nuestras costas. También es una gran amenaza para la fauna. Esther Cartí, bióloga marina de la Sociedad Audubón de Panamá comenta que los peces y las aves se alimentan de plástico porque confunden el material con su alimento y esto va afectando su salud. “En el caso de las aves, se han hecho estudios a nivel mundial donde se han encontrado en el estómago de las aves que tienen más plásticos dentro de su organismo que alimento; entonces, esto las ahoga y no les permiten alimentarse de lo que deberían. Muchas especies están bajando sus poblaciones porque también alimentan a sus pichones con esto”, destaca.
Distingue que la Bahía de Panamá a nivel hemisférico es uno de los cinco sitios importantes para la migración de aves playeras, por lo cual se hace aún más relevante evitar la contaminación. “El fangal que tenemos brinda mucho alimento a estas especies. Si seguimos con esta cantidad de contaminantes, las especies que viajan grandes distancias y encuentren un sitio tan contaminado, sin alimento o sin espacio donde estar, pueden morir. Ellas vienen agotadas de ese viaje tan largo que hacen del norte (del Ártico) hasta el sur. Panamá es una parada fundamental para ellas, y si no encuentran un lugar apto, no pueden seguir migrando, porque no encuentran la energía necesaria para continuar, detalla.
Además, esclarece la bióloga, la flora existente en los manglares, son grandes barreras naturales que además aportan muchos nutrientes y es donde se crían grandes cantidades de especies marinas para el comercio. “Si acabamos con los maglares, vamos a acabar entonces con otra parte del ecosistema”.
En 2017 se recolectaron 90 toneladas de desperdicios durante la limpieza nacional de playas, costas y ríos, este año se espera que haya sido menos, lo cual indicaría que la gente está contaminando en menor medida.
“Por día en la ciudad capital la Autoridad de Aseo recoge 2,500 toneladas de basura. Hay que ver la que no se recoge y va a parar a las quebradas, ríos y mares. Es muy difícil que seamos una sociedad menos consumista, pero debemos educarnos en reciclar, reutilizar y reducir todos los materiales contaminantes. Ahí está la clave: controlar desde la fuente y la fuente son nuestros hogares", reflexiona De Obaldía.
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