
Quizás te pase esto seguido. Vas al supermercado, compras una bolsa de papas fritas, o de algo que disfrutes mucho comer pero que si vieramos el aporte nutricional... NULO, y juras y perjuras que solo comerás algunas, ya que sabes que eso no aporta mucho a tu dieta nutricional. A los 10 minutos ya no hay nada en la bolsa. Y por supuesto, las papas fritas quedaron dentro tuyo.
El desorden de comer con falta de autocontrol siempre estuvo asociado a causas mentales y emocionales, y por supuesto, eso sigue siendo verdad, pero al parecer ahora pudiese tener otra raíz: el tipo de cuerpo que tengas.
Un estudio realizado por investigadores de la de la Universidad de Drexel. Los resultados preliminares del estudio revelan que la "distribución de la grasa centralizada", o lo que llamamos un cuerpo en forma de manzana que almacena la mayor parte de su grasa en la parte media-puede ser un factor de riesgo clave para el desarrollo de "perturbación de comer", dijo a Science Daily la autora principal de Laura Berner, PhD.
El estudio monitoreó a cerca de 300 mujeres universitarias por más de dos años, dando seguimiento de la altura, el peso y porcentaje de grasa corporal total. En general, las mujeres que tenían más grasa corporal almacenada en el centro de sus cuerpos, independientemente de su masa corporal total, no sólo estaban en mayor riesgo de hábitos de atracones alimenticios sino también fueron significativamente más propensos a mostrar insatisfacción con la forma en que sus cuerpos parecían.
Aunque todavía no esta muy clara la relación entre estas dos variables, Berner dice que "es posible que este tipo de distribución de la grasa no sólo psicológicamente angustiante sino también biológicamente influyente a través, por ejemplo, las alteraciones en el hambre y la señalización de saciedad." Y añadió: "en teoría, es posible que si una distribución centralizada de grasa altera los mensajes de hambre y satisfacción que envía, puede hacer que una persona se sienta fuera de control mientras que comer."