Bien, parece que hoy en día el tema de las tallas es algo que está un poco confundido. Hay días en los que asisto a eventos en los que me da miedo sentarme al lado de algunas mujeres porque siento que en cualquier momento se van a soltar los hilos del vestido y se van a desparramar todos sus atributos.
Me pregunto por qué muchas se empeñan en entrar en tallas en las que tienen que aguantar la respiración para que la cremallera no se abra o los botones no salgan volando.
Tenemos que ser conscientes de nuestro cuerpo, conocerlo y realzarlo, en lugar de pretender que tenemos uno diferente y para eso es importante mirarse al espejo.
Después de las fechas festivas es normal que tengamos algunos kilos de más... ¡lo importante es que nos demos cuenta y no tratemos de ponernos aquel vestido que antes de las Navidades nos quedaba ajustado porque de seguro que ahora lo vamos a dañar! Así que es el momento preciso para seleccionar bien las prendas que nos ponemos hasta que volvamos a bajar esos kilos que subimos.
A quién le importa si la etiqueta dice 38, 40, 42, 44 o… 56… lo importante no es el número de talla que llevamos, sino que nos quede bien.
Están tan preocupadas por el número que se obsesionan por entrar en una 42 cuando la talla correcta es la 44, simplemente por el hecho de que se niegan psicológicamente a aceptar el número de su talla y terminan comprando algo que no les favorece.
Déjenme que les cuente algo acerca de las tallas, durante mis años de trabajo hubo una época en la que en Europa había mucha obsesión con el número de las tallas, la gente se negaba aceptar su talla real y quería siempre comprar una inferior, de manera que las quejas en las tiendas eran eternas, y los clientes se enfadaban diciendo que esas tallas no eran correctas.
Esto empezó a generar mucho problema supuestamente entre las chicas jóvenes que, obsesionadas por entrar en tallas pequeñas, empezaron a desarrollar enfermedades como la anorexia y la bulimia.
Decían algunos psicólogos que eso se debía a la obsesión desmesurada por seguir los parámetros marcados por la moda, ya que en aquella época la estética de las modelos era extremadamente delgada.
Las entidades de moda que regulan los talles determinaron que había que modificar la forma en que se aplicaban las tallas a la ropa y se subió una talla, de manera que el 38 real a partir de ese momento sería un 36 numérico en la prenda. De esta manera las tallas aumentaron en tamaño y disminuyeron en número en la mayoría de los países, y la gente empezó a sentirse más contenta con la talla de ropa que tenía que comprar.
En los últimos años, la estética de las modelos ha cambiado bastante y cada vez las modelos íconos de la moda tienen más curvas y son más voluminosas, identificándose mucho más con las “sexy” curvas que caracterizan a las mujeres latinas.
Teniendo en cuenta que la mujer latina es más curvilínea y voluminosa por naturaleza, es importante que no niegue su esencia y que tenga en cuenta la misma a la hora de vestirse… seleccionando ropa que no le quede ni muy apretada ni demasiado grande. La ropa les debe quedar cómoda, suelta, pero definiendo la silueta.
No se obsesionen con la talla y busquen aquella que efectivamente realce su figura ajustando únicamente donde debe ajustar y en su justa medida.