- Sexo y Pareja
Todo ciclo vital de la familia conlleva muchos cambios y retos que pueden causar o no a una crisis en la relación de pareja.
Hace dos semanas, aprendí que uno de los temas más buscados en Google es “sexo y matrimonio”. Las personas suelen querer comprender la disminución de las relaciones sexuales en el matrimonio, cómo aumentarlas o incluso cómo sobrevivir a un matrimonio sin sexo. Los artículos, estudios y blogs inundan la web.
El sexo siempre ha sido un tema de mucho interés, controversias, estudios, curiosidad… Y respecto a las relaciones de pareja o matrimonios, se necesitan varias columnas para desarrollar el tema.
Si entendemos las relaciones por fases, la primera —en la que se habla de amor— es la que llamamos “enamoramiento”. Es un periodo con mucha intensidad, una explosión de neurohormonas de placer como dopamina, serotonina, entre otras, que nos mantienen mostrando lo mejor de cada uno, buscando cercanía y conexión desde lo más emocional, pero también lo más físico, y es ahí quizás en donde el sexo es un elemento sumamente presente para la creación de esa relación.
Lo que sigue en esos primeros meses suele etiquetarse como “la luna de miel”. Fase corta pero bonita; los enamorados se hacen muchas promesas, planes y hay cercanía. Sin embargo, poco a poco vamos mostrando nuestro lado menos perfecto, empiezan a destaparse defectos que pueden o no terminar con la relación. Esta etapa se llama desilusión; quienes siguen juntos pasaron por la aceptación del otro y siguieron construyendo.
Todo ciclo vital de la familia conlleva muchos cambios y retos que pueden causar o no a una crisis en la relación de pareja. Los matrimonios enfrentan responsabilidades económicas, la llegada de los hijos, el trabajo, las familias de origen, etc. Cabe resaltar que los niveles de estrés y preocupaciones son más altos hoy día, impactando el funcionamiento de los individuos y las relaciones.
El exceso de críticas hacia el otro o las dificultades para comunicar las necesidades o miedos también alejan a las parejas y puede afectar la sexualidad. Algunos reparan discusiones a través del sexo, pero al no hablarlo o cambiar patrones, los conflictos vuelven a surgir.
Tampoco se puede obviar que hay trastornos que pueden afectar la sexualidad como el vaginismo o la eyaculación precoz, entre muchos otros.
Lo importante es entender cómo se creó esta pareja desde sus inicios y si han surgido cambios importantes, como puede ser la disminución de relaciones sexuales; pero también investigar las otras áreas y su repercusión en el matrimonio.
Los matrimonios felices o satisfechos requieren de una red de muchos elementos que actúan en sinergia y pueden abarcar o no las relaciones sexuales. Las parejas más sanas suelen estar más enfocadas en mostrar apreciación por el otro, reflejar las cualidades positivas, son receptivos a las necesidades de la otra persona, disfrutan de la relación de muchas maneras y buscan intimar por diversos canales: sea la comunicación, creación de proyectos de vida, contacto físico, pasatiempos en común y los pequeños detalles del día a día que hacen que se busquen el uno al otro y que en muchas ocasiones sea a través del sexo.
Ante dificultades en las relaciones sexuales, es recomendable buscar la ayuda de terapeutas de pareja, quienes podrán brindar orientación a través de terapia y psicoeducación, promoviendo el autoconocimiento, información sobre cómo funciona la pareja (incluyendo las relaciones sexuales) e identificando las áreas por mejorar según las necesidades expresadas por los miembros de la relación, que quizás dará lugar para más acercamientos, ya sean sexuales o de otra índole.