Felices comiendo perdices

Jue, 05/05/2016 - 15:18
Todos sabemos que el matrimonio es un esfuerzo, pero te invito a verlo así...

 

Cuando se habla de casarse, casi siempre viene una serie de imágenes; estar vestida en traje de novia, caminar hacia un altar, quizás una ceremonia religiosa seguida de una fiesta inolvidable.  Y luego, pues como todo tiene un fin, la fiesta eventualmente se acaba y empieza lo bueno como se dice a lo “buen panameño”.

Siempre se dice que el matrimonio no es solo una boda. Que cuando quieras casarte, no pienses en el día de la boda porque es justo después que todo empieza.  Si lo ponemos así, creo que todos estaríamos de acuerdo. Sin embargo, te ofrezco una nueva historia. Quizás, el día de tu boda puede ser como tu matrimonio.  Te lo pongo de esta manera: así como aquel día tan añorado te despiertas emocionada porque ha llegado el gran día,  te invito a que lo hagas todos los días de tu matrimonio.

  • Durante el día de tu boda, estarás ocupada en citas y compromisos, pero cada vez que puedas intentarás saber cómo está tu pareja. Pues que cada día de tu matrimonio, intentes siempre mantener la comunicación  y preguntar cómo va el día y compartir las responsabilidades  como en un equipo.
  •  El día de la boda, cada uno tendrá experiencias y emociones distintas, vivirán dos realidades, pero juntos harán del día de su boda, algo único. En su matrimonio, muy poco habrá un balance perfecto, pero deberán unir fortalezas y debilidades para llegar a esa meta compartida: ese proyecto de vida.
  •  Existirán muchos contratiempos en el día de tu boda, pero te apoyarás en quienes puedan ayudarte a resolver. En el matrimonio, no es cuestión de lavar los trapos sucios donde la vecina, pero a veces buscar apoyo “del bueno” en las dificultades, puede ayudarte a resolver los conflictos. ¡Ojo!, en la mayoría de las ocasiones, les tocará a ustedes tomar decisiones importantes que solo ustedes dos podrán tomar por ese camino compartido.
  • El día de tu boda lucirás aquel vestido soñado, el que escogiste con el más grande detallismo, cariño, ímpetu y atención. Dedícale lo mismo a tu pareja. Las cosas que se hacen a medias se notan y pasan factura. En las relaciones también.
  • Seguido a la ceremonia, expresarán votos y promesas: el estar determinados en cuidarse el uno al otro, celebrar los logros de ambos y superar las tempestades. Que esa determinación sea su lema de cada día.  Ténganlo escrito en alguna parte para esas montañas empinadas. Nunca está de más recordar de dónde venimos y hacia dónde  queríamos ir.
  • Y cómo no hablar del famoso beso que quedará impreso en ese álbum de recuerdos; pues nunca olviden que con demostraciones de intimidad se mantiene el tanque del amor lleno para cuando haga falta.
  • Por último, viene la recepción o la gran fiesta. Cuando salgan a la pista a bailar ese gran primer baile, recuerda que el matrimonio y en sí todas las relaciones son un gran baile. Un baile de a dos, en las buenas y en las malas, que requiere trabajo en equipo, comunicación, ritmo, creatividad, humor y por supuesto muchos tropiezos, pero que con pasos firmes en sintonía, compromiso  y manos entrelazadas puede llegar a ser el mejor baile de sus vidas. Ahí sí, quizás, tu matrimonio puede ser como el día de tu boda.
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