Revolución Femenina: En pie de lucha

Jue, 03/09/2017 - 14:30

Hace 20 años (el 25 de octubre de 1997), miles de mujeres de origen afroamericano marcharon en Filadelfia con el propósito de volver a unirse. Phile Chionesu, una empresaria negra de Filadelfia, junto a Asia Coney, tuvo la idea de la concentración. 

“Las mujeres negras”, declaró Chionesu, “hemos cuidado siempre de todo el mundo en este país. De las mujeres blancas, los hombres blancos, los niños blancos; hemos cuidado de nuestros propios hombres y nuestros propios niños... Ya va siendo hora de que nos ocupemos de nosotras mismas”.

Parece que la idea de cuidar nuestros derechos femeninos ha sido un común denominador a lo largo de muchísimos años, pues no solo la raza negra siente la necesidad de luchar por ellos, sino las mujeres a lo largo de todo el globo terráqueo, sin importar la raza, la religión o el estrato social que tengamos. 

Quedó demostrado a lo largo de la historia con la marcha de las mujeres sobre Versalles, en París, 1789, o la marcha de las mujeres en Sudáfrica, una protesta por la introducción de las leyes Apartheid en Pretoria, en  1956. 

El año pasado, vivimos la multitudinaria marcha en Buenos Aires, denominada “Ni una Menos”, una protesta por las altas cifras de femicidios que enfrenta el país sudamericano y el 21 de enero, fuimos testigos de la marcha femenina más concurrida desde la Guerra de Vietnam, la Marcha de las Mujeres en Washington. La agencia Associated Press dio la cifra de 3 millones de manifestantes, sumando el conjunto de las movilizaciones en todo el mundo. Berlín o Londres, SÍdney o Ciudad del Cabo fueron algunas de las ciudades que se unieron a la propuesta. En total se estima que participaron alrededor de 2 millones de personas.

Estas cifras evidencian que la lucha femenina por el respeto a los  derechos humanos no ha cesado. Las protestas continúan, en este último año y medio más de lo que solíamos ver anteriormente; las pancartas se alzan con diversos mensajes, y al final del día llegan las preguntas... ¿lograremos ver un cambio?, ¿por qué estamos luchando? 

Un breve recorrido por la historia

A lo largo de la evolución de las civilizaciones antiguas, muchos historiadores han considerado posible la existencia de sociedades matriarcales, sin embargo, esto no ha podido ser corroborado. Lo que sí se conoce es que han existido sociedades  matrilineales (las que poseen un sistema de descendencia que se define por la línea materna). Incluso, cuando la sociedad tenía esta modalidad coexistía con distintas maneras de patriarcado; en otras palabras, los derechos que gozaban las mujeres en las distintas civilizaciones de la antigüedad estaban siempre supeditados a la autoridad del hombre, ya fuera el marido, el padre o incluso el hermano. Y, como todos podemos reconocer, la situación social de la mujer se basaba en dos premisas clave: la fidelidad al esposo y una fecunda descendencia (una mujer estéril era despreciada y podía ser repudiada por el marido, mientras que una mujer infiel solía ser condenada a muerte). 

Por lo general, las mujeres no tenían vida social ni participación en ella. Grecia fue una excepción a la regla, donde algunas mujeres, como fue el caso de Hiparquía, se pudieron dedicar al estudio en distintas áreas: filosofía, matemáticas, entre otras. 

Durante el Imperio Romano, las mujeres consiguieron derechos casi impensables para la época. En el año 195 a.C., la oposición a la Ley Oppia (una que tenía como objetivo limitar el lujo en la apariencia de la mujer). Gracias a las protestas, la ley fue derogada. Después llegaron otras conquistas como la administración de la propia dote o el derecho a divorciarse.  

La difusión del Cristianismo y del Islam jugaron un papel importante en la historia también, ya que elevaron la dignidad de la mujer muy por encima a lo que se acostumbraba en la época, siempre en el marco donde la figura femenina estaba sujeta al hombre.  

Finalmente, cuando Roma cae, las libertades alcanzadas hasta ese entonces retrocedieron a formas más arcaicas, y otra vez la libertad femenina se vio restringida.

No fue hasta finales del siglo  XVIII cuando comenzó, en Estados Unidos, un movimiento de protesta femenino y la idea de la igualdad entre los derechos masculinos y femeninos. La Revolución Industrial trajo consigo una realidad desconocida hasta el momento:  muchas mujeres se vieron obligadas a abandonar su lugar en sus hogares y comenzaron a trabajar en las fábricas.

Durante el siglo XIX, el 8 de marzo de 1857, en una fábrica de Nueva York, un grupo  de obreras organizaron una propuesta para mejorar sus condiciones de trabajo y fueron brutalmente reprimidas. 

Los primeros derechos al voto  para las mujeres llegaron esporádicamente durante este siglo también. Las mujeres de Suecia y Escocia ganaron algunos derechos de voto locales, y Gran Bretaña abrió las elecciones locales, pero solo a las mujeres solteras que también poseían bienes. Entonces, en 1893, las mujeres en Nueva Zelandia ganaron el pleno derecho a votar. 

Ya en el siglo XX, en marzo de 1908, en la  ciudad de Nueva York, 15 mil trabajadoras iniciaron un movimiento de huelga para pedir mejores condiciones de vida y aumento salarial. Y en 1920 se consiguió el derecho al voto en Estados Unidos, con la modificación de la Enmienda 19. Entonces, comenzó la lucha por este mismo derecho en el resto de Europa y los países latinoamericanos.

Hoy día, las mujeres continuamos enfretándonos a situaciones de desigualdad, violencia, sexismo, ablación, etc... Estas son las razones por las cuales se ha marchado en los últimos 2 años.

Ablación

Entre 100 y 140 millones de mujeres han sufrido la mutilación genital. Aunque cada vez más países la prohíben -Nigeria y Gambia han sido los últimos- y en algunos como Liberia ha disminuido un 41%, “se sigue practicando de forma clandestina, lo que agrava los riesgos para la salud”, señala Susanna Oliver, de World Vision. En los proyectos de esta ONG en Kenia y Mali la han reducido hasta en un 76%.

Brecha salarial

El Día Internacional de la Mujer de este año está circunscrito a este tópico en particular. Las mujeres ganan de media la mitad que los hombres. Esta diferencia es una de las más difíciles de atajar. Incluso donde la participación laboral femenina es alta, las cifras se han estancado. EE.UU.  y Canadá tienen el porcentaje más alto de mujeres profesionales, un 39%, seguidos por Europa (37%) y América Latina (36%), frente al 14% en Asia. Pero para 2025 se prevé que América Latina lidere la lista con un 49%, mientras que Asia duplicará su cifra actual.

Educación

Nadia Criado, portavoz de Cooperación Internacional de Save the Children, señala que hoy 61 millones de niños en edad escolar no tienen acceso a las aulas. Más de la mitad son niñas. En el Global Gender Gap 2016 del Foro Económico Mundial (FEM) destacó un dato positivo: la brecha de género en educación podría cerrarse en 10 años. Y, como afirma Nana Taona Kuo, directora del programa de la ONU Every Woman Every Child, “la medida más efectiva para la igualdad es la educación. Completar el ciclo formativo supone un cambio radical para las mujeres. Les abre una puerta de futuro y les permite reclamar sus derechos”.

Violencia de género

Una de cada tres experimenta agresiones físicas o sexuales en su vida, y la mayoría de las veces es por parte de un compañero sentimental. América Latina es la región donde se presentan más de asesinatos de mujeres por su género: 14 de los 25 países del mundo con las tasas más elevadas de femicidio están en esta parte del mundo. Alrededor de 60 mil mujeres son asesinadas al año en América Latina. Pero solo dos tercios de los países tienen leyes contra la violencia de género. 

Participación en la política

Islandia es el único Estado que ha cerrado más del 70% su brecha de género en política. En 39 países se mantiene en torno a un 10%. En Omán, Líbano y Qatar apenas la han reducido un 3%. En el lado opuesto se sitúa Ruanda, la nación con mayor representación parlamentaria femenina. "Tener mujeres en las áreas de decisión garantiza una mejora de las condiciones para todas. Es crucial conseguir líderes políticas", afirma Nana Taona Kuo, "y hombres que trabajen por la igualdad, como Ban Ki-Moon o Justin Trudeau".

Como declaró Scarlett Johansson el 21 de enero en la marcha de Washington, “no dejemos que esta situación nos trague, pero sí tengamos bien afianzados nuestros tacones”.  

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