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El sol, el peso de los trajes, los tacones de día y noche, pueden resultar extenuantes si no se está preparada.
El dios Momo es el dueño del Carnaval, a él se le atribuyen esos cuatro días de celebración imparable, sin embargo, aquel dios tiene sus reinas. Ellas son las representantes en persona de todo lo que un Carnaval tiene que ofrecer: gozadera, picardía, alegría, diversión, baile, risas y más...
Pero ¿qué es ser reina? Ana Endara, cineasta panameña, realizó un documental que retrató los reinados en Panamá en todas las edades, porque si bien es cierto, ¡en nuestro país hay reinas para todo! Por tal razón, una de las observaciones de “Reinas” es cómo ellas son parte integral del folclor panameño y simbolizan el lado festivo de los pueblos.
Se respira el Carnaval
El costo del lujo y esplendor
Organizar el vestuario que la reina llevará los cuatro días de celebración dependerá de su equipo de asesores, quienes son los que se encargan de todo. Este grupo puede estar formado por 11 diseñadores, quienes crean los vestidos, “es como un proyecto, pensamos en el traje de acuerdo con su ocasión, si queremos movimientos, si el carro alegórico tendrá humo, todo está pensado”, confesó González, quien estudió arquitectura.
El vestuario, sin duda, llama la atención, y los temas están inspirados en personajes, películas, leyendas locales, y en ciertas ocasiones si la soberana tiene algún color favorito, se toma en cuenta.
Después del diseño, los vestidos pasan a manos de las personas que se encargan de su confección.
Un traje puede costar desde $500 en adelante. En ocasiones, son realizados bajo el concepto de alquilado, es decir, que se realiza a la medida, pero después el vestido queda en manos de quien lo hizo.
En cuanto a las coronas, pueden llegar a costar entre $3,000 y $6,000, son confeccionadas por George Wittels, quien es el encargado de crear las coronas a Miss Venezuela. También están los orfebres Gustavo Carreras y René Combe, quienes son panameños.
Detrás de aquel lujo hay una gran logística, un trabajo en el que el pueblo participa y que realmente no se conoce. A medida que los días del Carnaval se acercan, las jornadas se intensifican; en realidad esta celebración representa una economía para los habitantes de la región: el soldador, electricista, mecánico, pintores, músicos, restaurantes, panaderos y otros profesionales, todos trabajan en conjunto para que cada detalle sea afinado, de tal forma que al llegar el viernes de Carnaval y salgan las soberanas de ambas calles, reine, también, el esfuerzo del pueblo tableño.
Y es así como año tras año, se inician las preparaciones, se organizan los festejos para aquellas cuatro noches en las que los panameños se liberan y viven de aquella fantasía sublime.
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