Vie, 11/16/2018 - 12:17
- Reportajes
La panameñidad va más allá de izar una bandera o asistir a los desfiles en noviembre. Son acciones diarias que nos dan identidad como pueblo y nos permiten ser una mejor sociedad.
Tres de noviembre de 1903. Panamá se ‘separó’ de Colombia y comenzó a ser una nación soberana, una república. Cuenta el historiador César del Vasto que luego del fracaso del Tratado Herrán-Hay (que se debió a que el senado colombiano no lo aprobó, a diferencia del estadounidense), por los meses de agosto de 1903 hubo una situación en la que los panameños patriotas estaban preparando un plan B para la construcción de un canal interoceánico. El tratado Herrán-Hay otorgaba a Estados Unidos derechos exclusivos para construir y operar el Canal por 100 años a cambio de un adelanto de 10 millones de dólares a Colombia (de la cual era parte Panamá) y una anualidad de 250 mil dólares por concepto de peaje, cuando el Canal estuviera en funcionamiento.
"Los panameños patriotas consideraron que noviembre era buena fecha, porque ya habían coordinado con Estados Unidos el apoyo para llevar adelante la independencia". Relata el historiador, subrayando que "es importante anotar que es independencia, no separación, porque el acta así lo dice". El anhelo de Panamá de separarse de Colombia se debía, supuestamente, a que el país había sido olvidado por la nación sudamericana.
Entonces, el país norteamericano apoyando ese proceso de independencia del Istmo, realizó una conspiración por la libertad de los panameños y mandaron buques de guerra (tanto en el Pacífico como en el Atlántico) para que Colombia no invadiera a Panamá y que sus tropas evitaran el proceso independentista. Así, según del Vasto y muchos libros de historia, Panamá logró consolidarse como nación soberana.
Sábado, 115 años después, la Cinta Costera no estaba abarrotada de próceres, sino de miles de personas, quienes esperaban para observar las diferentes bandas musicales que desfilarían durante todo el día. Cualquier huequito era buen palco para disfrutar los desfiles patrios en honor a la efeméride.
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Adultos mayores llevaban banderitas en sus manos, los niños, redoblantes y trompetas de juguetes; todo elemento alusivo al Istmo –y a su tricolor— resultaba ideal para estar en sintonía con la celebración en torno a la declaración de Panamá como país.
-El 3 de noviembre se celebra la separación de Panamá de Colombia, dijo de forma espontánea uno de los adultos que observa a las empolleradas que en ese momento contagiaban de alegría y tradición la parada con sus coloridos atuendos.
-Lo que más me gusta de las fiestas patrias son los días libres, me reveló sonriente un joven asistente, al realizar un pequeño sondeo.
Y así, las repuestas eran muy similares, pocos profundizaron sobre las consecuencias de aquella fecha en la que Panamá se volvió una república.
Los nombres son lo de menos. Lo revelador es el peligro de la superficialidad en relación al concepto de patria.
Más allá de los desfiles y las banderas
Además de la separación (o independencia) de Panamá de Colombia, en noviembre también se conmemoran otras fechas históricas importantes para el país. El 4 de noviembre es el Día de los Símbolos Patrios; el 5 la consolidación de la separación de Colombia, debido a que en Colón lograron expulsar a las tropas colombianas que habían arribado para impedir la independencia; el 10 se conmemora el Primer Grito de Independencia de Panamá de España, que se dio en La Villa de Los Santos, en 1821; y el 28 es la Independencia de Panamá del yugo español, que también ocurrió en 1821.
Para conmemorar todas esas fechas, durante el mes de noviembre las calles se visten con el emblema tricolor (azul, blanco y rojo), que engalana los balcones, las casas, escuelas, los edificios y carros. Además se realizan los famosos desfiles patrios, en los que se le rinde loor a la patria por medio de tonadas exclusivas para ese mes.
Pero el sentido de patria va más allá de lo material. Es un sentimiento que debe estar presente todo el año.
“El mes de noviembre es un mes importante donde afirmamos que nosotros somos una ciudadanía definida, que tiene su historia propia y su personalidad”, señala la historiadora e investigadora Miroslava Herrera.
Para el sociólogo Milciades Pinzón, el concepto de patria tiene, a su parecer, dos componentes. “Hay uno emocional: la patria como sentimiento, como pertenencia a algo, porque está muy ligado al concepto de la identidad cultural, de las raíces del hombre, de aquellas cosas que aprendió desde la infancia que pudo internalizarlas y que le dan un sentido como ser humano”. Entonces, opina que en noviembre, como Mes de la Patria, “lo que hay que destacar son las cosas que forman la panameñidad, que nos han dado como nación un rostro cultural importante, nos han permitido sentirnos parte de algo”.
El otro componente de patria puede ser vista como la calidad de vida, un momento en el cual el ser humano necesita vivir en mejores condiciones. “En la época moderna debemos mezclar esas dos dimensiones. Por eso es vital transformar el rol del sistema educativo panameño, para que el hombre conozca esas dos dimensiones y comprenda su responsabilidad como parte de una nación y pueda, con sus valores, honrar la patria todos los días del año y no sea solamente un momento, un desfile patrio o una cosa puntual, sino un concepto más integral”, advierte.
Herrera resalta que a pesar del jolgorio, hace falta más reflexión sobre el significado de la patria, y eso se debe, en parte, a fallas en el sistema educativo. “Estudiamos noviembre como algo muy mecánico. Se celebra la bandera, nos independizamos… pero haría falta añadir un poco más de reflexión, hacernos preguntas de qué realmente significa que nosotros a partir de 1903 somos un país, para que empecemos desde la escuela a tener esa conciencia de ciudadano”, expresa.
Más educación, por la panameñidad
El desconocimiento de la historia es la madre de la superficialidad. “Panameñidad va mucho más allá de ponerse un vestido folclórico o sacar la banderita en noviembre. Es conocer cuáles son las regiones del país, sus expresiones folclóricas, cómo se llaman las cinco esclusas del Canal de Panamá, cómo fue que llegamos a tener un canal, cuáles son los pueblos originarios de este país, las lenguas que se hablan en él. Si desconozco la historia, no puedo tener un pensamiento, una emoción, una opinión o idea en torno a eso”, insiste Herrera.
Para tener un conocimiento profundo de lo que somos como ciudadanos, se necesita educación, difusión de los valores patrióticos. Del Vasto destaca que la educación en Panamá está atrasada. “Actualmente no vemos a un joven hablar de estos temas ni de la Invasión, porque los libros no están actualizados. La mayoría de textos ni siquiera están hechos por panameños, sino por empresas privadas manejadas principalmente por extranjeros”.
Sobre las fiestas patrias, el historiador opina que hoy no se educa a las nuevas generaciones para que conozcan su país. “A los jóvenes no se les enseña sobre la riqueza de Panamá, el sentido y contenido de su cultura, los trajes tradicionales, las fiestas… no se les enseña a valorar su fauna y flora; no conocen las provincias. Y eso es parte de sentir la patria… Hay un dicho universal que se repite en otros países donde la cultura y la educación están más desarrolladas: solamente se ama lo que se conoce. Y si a ti no te enseñan a conocer y valorar a tu país, no lo puedes hacer”, expresa.
Pinzón coincide con Herrera y del Vasto sobre las falencias de la educación. “Como panameños, estamos olvidando lo que somos. Especialmente en los últimos 30 o 40 años hemos perdido parte de nuestra identidad cultural, y eso se debe a las deficiencias del sistema educativo a nivel de primaria, secundaria y universidad”, resalta.
Agrega que es importante transformar el sistema. “Necesitamos que la gente conozca más la historia nacional, de los símbolos, que el panameño entienda que somos un país multiétnico, que en toda esa patria global también hay otros grupos culturales, como los Ngäbes Buglés, los Emberá, los negros afroantillanos, la chiricanidad, las características de bocas…”. Insiste en que hay que forjar en la gente el sentido de país multicultural, “porque lo panameño es eso, no es una sola cosa, es un conjunto de culturas que viven aquí incluyendo a los extranjeros”.
Además, menciona que sería ideal volver a los poemas patrióticos, que en los desfiles patrios se escuchen las canciones que realmente hacen alusión al país, sin negar que podamos traer cosas de otro lado.
“El panameño tiene que respetar lo que es su identidad; tiene que estar abierto al mundo, pero también sobre la base de lo que es. Tenemos que ser una especie de ágora y de totuma a la vez, velar por lo que somos a través del tiempo, incorporar las cosas de afuera que nos puedan ser útiles, pero siempre respetando nuestra personalidad colectiva”, reflexiona Pinzón.