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Conoce los testimonios de dos mujeres que tomaron la decisión de ser libres de prejuicios
¿En qué piensas cuando escuchas el término ‘mujer moderna’? Quizás pasen por tu mente muchísimos términos: feminismo, igualdad de derechos, mujeres profesionales, igualdad salarial, entre otros. Pero uno que pocas veces se presenta en nuestra mente es “ama de casa”.
En la actualidad, el término ha sido utilizado por movimientos sociales mundiales que han conseguido excelentes avances con respecto a la mujer: el derecho al voto, a la educación y, en algunos casos, decidir sobre nuestra vida sexual. Sin embargo, la nueva definición de mujer deja de lado, en muchos casos, a aquellas que optan por quedarse en casa, con sus hijos, o simplemente cuidando de su hogar. ¿Entra dentro de nuestra nueva definición moderna de mujer aquella que escoge dejar una carrera profesional por el hogar?
Estas son algunas historias de vida que nos demuestran que feminismo no es solo ser mujer y salir a trabajar, sino como la nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie aclara en una charla de TED: “feminista es la persona que cree en la igualdad social, política y económica de los sexos”.
La historia de Mary
“Una mujer moderna es aquella que no pierde su identidad y que ha hecho de su entorno su aprendizaje, es una mujer con muchas responsabilidades adscritas y adquiridas. Una de las características de la modernidad femenina es ser práctica, siempre haciendo propuestas. Principalmente, se ama mucho, aprende a reconocer y superar dificultades; aprende de sus errores”, nos explica Mary Véliz, de 56 años, quien trabajó por más de 20 años en el Seguro Social, estudió una segunda carrera universitaria desempeñando labores profesionales allí y quien desde hace un tiempo decidió retirarse para quedarse en casa.
Una de las razones que la llevaron a tomar esta decisión fue la salud de su madre. “Luego de dos operaciones y tratamientos posteriores de tipo oncológico que ella tuvo, consideré retirarme después de 31 años de trabajo para el Estado. Uno de los principales factores era poder ofrecer y recibir atención, compañía y tiempo de calidad frente a una enfermedad de esta magnitud”. Otra de las razones por las cuales Mary dejó su puesto de trabajo es su familia: “Esto me ha permitido entregarles atenciones que antes no pude dedicarles”, nos explicó.
El proceso de adaptación a quedarse en casa, según Mary, es uno lento pero amigable. “Son emociones distintas. En primera instancia, tenía la alegría de haberme divorciado de un horario estricto, de tareas de alto perfil, me causó alegría poder disfrutar mi tiempo sin horarios establecidos”, nos explicó. Agrega que la decisión que tomó le trajo mucha salud mental, ya que en su antiguo trabajo le tocaba manejar tareas de alta responsabilidad, trayendo a casa involuntariamente ese estrés. “La mujer que cumple sus etapas es una mujer completa y moderna. Finalmente, nos damos cuenta de que el dinero no lo es todo”, concluye Mary.
Hablemos de números
“¿Estás molesta de haber perdido todo ese tiempo y dinero en la universidad?”, “¿qué haces todo el día?”, “bueno, es realmente el dinero de tu pareja”. Esas y otras frases son algunas de las cosas que las amas de casa deben enfrentar y escuchar.
Pues si a números nos tenemos que referir, existen algunos organismos e investigaciones que calculan cuánto debería ser el pago de una ama de casa. El más reciente lo realizó Steven Nelms (quien está casado y tiene un hijo). Lo publicó en el portal We Are Glory, y concluyó que, según los precios de mercado de Estados Unidos, el pago por los trabajos que su esposa realizaba debería ser el siguiente:
- Servicio de limpieza: Una vez a la semana, de 50 a 100 dólares.
- “Personal shopper”: 65 dólares por hora, 4 horas a la semana.
- Cocina: 240 dólares la semana.
- Lavandería: 25 dólares la semana, reduciendo al mínimo.
- Tareas de asistencia: 75 dólares la hora.
En conclusión, esto daba un total de 2,000 dólares al mes. Por otro lado, la Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa fijó el salario en torno a los 1,750 euros netos al mes.
En el 2013 se realizó un estudio en España, por el Instituto Andaluz de la Mujer y la Universidad Pablo Olavide, en el que también concluyeron que el precio del trabajo del ama de casa (o amo de casa) supera los 30 mil 237 euros al año.
La historia de Lidia
Lidia (su verdadera identidad nos la reservaremos) estudió periodismo y se desempeñó por más de 10 años en el ámbito de la comunicación, trabajando en radio y periódicos nacionales. Cuando quedó embarazada de su primer niño, al poco tiempo se reincorporó al ritmo laboral dejando al bebé a cargo de un familiar de confianza. Sin embargo, en su segundo embarazó todo cambió. “La toma de decisión no fue fácil, siempre fui independiente, he tenido yo misma lo mío. Primero que todo, lo que influyó fue no contar ya con una persona de confianza, tampoco quería dejarlos en una guardería. Además de eso, fui una persona que siempre tuvo a su mamá. Ella me crió, y sé lo importante que es tener a tu mamá contigo en las primeras etapas de vida, el ver cuando empiezas a caminar, la escuela... es sumamente importante ese pilar y valoro eso mucho, quise darles lo mismo a mis hijos. No quise perderme esas etapas que con el primer bebé sí me las perdí”.
Según la psicóloga panameña Myriam Serracín, “si una madre toma esta decisión, es porque seguramente ya estaba pensándolo desde antes. En estos momentos, su sentir y su prioridad son el bienestar de ese bebé que ha tenido y que depende de ella. Estas son decisiones que se toman en pareja, ya que lo económico es un tema que se tiene que hablar. Tienen que revisar si con un ingreso pueden cubrir los gastos necesarios para dar ese paso”, explicó la experta.
En ese aspecto, la historia de Lidia es distinta a la de Mary. En el ámbito económico, la decisión para Lidia fue difícil, ya que todavía no cuenta con pensión por jubilación. “Los primeros meses fueron muy complicados, incluso hasta me deprimía un poco porque siempre fui independiente, tenía mi dinero para comprar mis cosas, ahora también lo tengo porque mi esposo me lo da, pero no era lo mismo. Lo asimilé con el tiempo y además me ayudó el hecho de que siempre gano algo de dinero haciendo trabajos con decoración de globos”, nos contó Lidia.
Para Serracín, el aspecto económico siempre forma parte de las preocupaciones y de las discusiones. “En cada caso se solucionan y se resuelven de distinta manera. Deben ser conversaciones que se tienen entre los dos integrantes, y las decisiones se toman de una manera que ambos estén bien con lo acordado. Existen, de hecho, parejas que llevan a cabo esto de una manera muy tranquila y sin que les genere una afectación”, explicó la psicóloga.
En conclusión, como escribió la periodista Jamie Kenney para el portal Romper, “la idea de que uno tiene que luchar por el éxito profesional para ser una feminista es miope y ridícula. Las mujeres de todos los ámbitos de la vida, no solo las que suben la escalera corporativa, son capaces de efectuar y luchar por un cambio social positivo”.