Lun, 01/04/2016 - 20:38
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Comienzan guardando un par de objetos en el hogar y luego pierden el control. Conoce más acerca de este trastorno.
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El coleccionar puede llegar a ser un “hobbie” desafiante y retador, pero al mismo tiempo divertido para la persona a la que le apasiona reunir objetos invaluables o, en algunos casos, exclusivos. El coleccionista recurre a esta práctica ya sea por negocios o una inclinación a ciertos gustos, criterios y conocimientos. Los hay de todos los tipos: de arte, monedas, figuras de acción, muñecas, etc. Pero existe una delgada línea entre un coleccionista y un acumulador. Este último es la persona que padece un trastorno psicológico caracterizado por aglomerar artículos u objetos (implicando la incapacidad para deshacerse de ellos) de forma excesiva en referencia a cantidades socialmente aceptadas, incluso si los objetos no tienen valor, son peligrosos o hasta insalubres.
A dicho comportamiento de recolección se le conoce como Trastorno por Acumulación y es más que una serie de televisión, es un problema serio con el que se llega a desarrollar otras obsesiones y compulsiones; también logran experimentar un alto grado de ansiedad. El acumulador se ve impedido a deshacerse de los objetos inservibles que almacena, casi siempre de manera desordenada, argumentando que pueden tener alguna potencial utilidad en el futuro o porque tienen un especial valor afectivo para ellos. Según la prestigiosa revista estadounidense “American Journey of Psychiatry”, muchos psicólogos y psiquiatras han considerado este padecimiento como un subtipo del Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC), por su similitud en los diagnósticos con otros cuadros obsesivos-compulsivos. Aunque la información vertida por la revista científica ha permitido determinar que, a diferencia de lo que se pensaba hasta ahora, el 50% de los pacientes no presenta trastorno alguno de esta naturaleza.
No está categorizada como una enfermedad, por ello no hay síntomas para predecir o identificar este mal. Según Frost y Hartl, autores del estudio “Cognitive-behavioral treatment of compulsive hoarding: a multiple baseline experimental case study”, existen cuatro disparadores que facilitan su reconocimiento: adquisición e imposibilidad de desechar objetos de poco valor, vivir en espacios con tal desorden que impiden realizar actividades cotidianas, deterioro notorio de la salud emocional y resistencia a regresar cosas prestadas, incluso hasta recurren al hurto o robo.
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Más allá de las descripciones por especialistas en el tema, existen investigaciones neurológicas que afirman una afectación en el cerebro en los que sufren el trastorno. El origen de este desorden se cree que está localizado en la corteza frontal, que es la que promueve el impulso básico que tienen las personas de acumular. Ahora bien, Sanjaya Saxena, autora del artículo “Metabolismo de la glucosa cerebral en el Trastorno de Acumulación”, concluyó que los perfiles de metabolismo de glucosa en el cerebro son distintos de los perfiles de pacientes con trastorno obsesivo-compulsivos, que no son acaparadores. La diferencia más notable entre esos perfiles fue la actividad disminuida de la dorsal anterior, una parte del cerebro que es responsable de la concentración, atención y toma de decisiones.
Este trastorno puede afectar a cualquiera sin importar su condición social, económica, edad o raza. Suele desarrollarse en aquellas personas que sienten un vacío emocional y es por ello que reemplazan ese cariño con objetos. Por mencionar algunas razones que pueden desencadenar este trastorno de acumulación compulsiva, están los sujetos que presentan problemas en el vínculo con el padre o madre, también los procesos estresantes a lo largo de la vida, como un accidente, una enfermedad crónica o una pérdida (familiar, un divorcio, pérdida económica o del empleo).
Hasta la fecha, este trastorno afecta a más de un millón de personas en los Estados Unidos. Un popular caso a citar es el de los pudientes hermanos Langley y Homer Collyer, quienes vivían en una mansión (Nueva York) en los años 47. Langley murió aplastado por un laberinto de periódicos mientras trataba de llegar donde su hermano, que era ciego y paralítico, para alimentarlo; este murió de inanición y otras dolencias. Cuando las autoridades llegaron, se asombraron de las montañas de basura que había (diez toneladas); incluía: carros, piano, libros y revistas. Este caso es uno de los más extremos registrados, pero sin duda es un ejemplo para evitar caer en este fenómeno. Y así existen varias historias, unas más trágicas que otras que demuestran hasta donde puede ser perjudicial este trastorno.
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La industria televisiva, como otras veces, ha tomado un tema tan controversial y delicado para mostrarle al mundo las más extrañas patologías de la gente común. La ficción tarde o temprano se torna inspiración para los productores, quienes se reúnen para crear los populares “reality shows”. A nivel local, podemos ver tres versiones de estos programas, cada uno con un toque distintivo de la temática. El canal Animal Planet, “Confessions: Animal Hoarding”, muestra un lado diferente del trastorno vinculándolo con animales. Pueden sonar algo impresionante las historias de personas que viven con 50 gatos, otras que dejan a los animales tomar sus dormitorios mientras duermen en el sofá. Claro que al final de sus episodios asesoran con ayuda psicológica a los participantes. Terapeutas y organizadores profesionales intervienen en la vida de los acumuladores, que intentan encontrar la causa de su obsesión con la esperanza de retomar el control de sus vidas.
El tratamiento para los acumuladores incluye terapias psicológicas, pero la base del éxito del mismo es que el paciente entienda que el valor de las cosas no se pueden reemplazar con objetos, al mismo tiempo que tenga la capacidad de desechar lo necesario para poder vivir sanamente.
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