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Regalarle en exceso a un niño puede llegar a crear cierta falta de valor por las cosas y a adultos insatisfechos
Por: Laura Posada
Como padres, lo que más deseamos en la vida es ver a nuestros hijos felices y satisfechos, y por eso a veces podemos caer en la tentación de complacerlos excesivamente con todo lo que nos piden. ¿Hay algo más bonito que ver esa sonrisa en la cara de nuestro chiquito cuando les damos algo que desea mucho? Te entiendo, a mí me encanta verla, pero también estoy consciente de que el exceso de regalos a nuestros hijos puede ser perjudicial para su desarrollo emocional.
Analicemos esto con un poco más de atención: el ser humano tiende a valorar menos aquello que consigue sin mucho esfuerzo o merecimiento. Es decir, los niños que reciben fácilmente lo que piden, podrían dar todo por sentado y crecer sin desarrollar cualidades fundamentales como la generosidad, el valor del trabajo y el esfuerzo y la moderación. Con el tiempo se volverán adultos caprichosos e insatisfechos que valorarán demasiado los bienes materiales y no le darán la importancia suficiente a otras cosas que pueden ser más definitivas para su felicidad, como las relaciones personales y las emociones.
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¿Qué podemos hacer para que esto no suceda?
Limita los regalos a las ocasiones especiales, como la Navidad o los cumpleaños, o cuando hayan hecho un esfuerzo por obtenerlo: si sacaron una A en la escuela, ¡claro que merecen un regalo! La palabra clave aquí es merecer; se esforzaron y reciben una recompensa. También pídeles que te den una lista de las cosas que desean para Navidad o su cumpleaños; seguramente te dirán mil cosas, pero limítate a darles dos o tres de la lista.
No compenses carencias familiares con regalos: es posible que quieras hacerles regalos para compensarlos si pasas poco tiempo con ellos por motivos laborales, o porque estás separado del otro padre y no vives en la casa. En estos casos, en vez de darles regalos materiales que ellos pueden terminar confundiendo con amor, intenta pasar más tiempo de calidad con ellos, ya que eso sí es amor.
En vez de cosas materiales, opta a veces por regalar viajes y experiencias únicas: cuando haya hecho algo particularmente bueno, ¿qué tal si, en vez de darle un juguete que pronto dejará olvidado en un rincón, le regalas un momento único en un parque de diversiones, o unas vacaciones familiares en un sitio donde pueda divertirse y aprender de otra cultura? Tendrán recuerdos maravillosos y se fortalecerán los lazos padre-hijo.
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