Mar, 12/18/2018 - 14:00
- Nutrición
Recientes investigaciones demuestran que mantener una dieta rica en grasas puede provocar procesos neurodegenerativos en el organismo.
Desde hace algunas décadas, se ha tomado muy en serio la lucha contra el exceso de peso por su directa asociación con el desarrollo de múltiples enfermedades crónicas como diabetes tipo 2, hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer. No obstante, recientes investigaciones demuestran que la obesidad también tiene relación con procesos neurodegenerativos, es decir, que puede afectar aspectos cognitivos. Veamos cómo:
La obesidad se caracteriza por ser una enfermedad de tipo inflamatoria que da pie al desequilibrio de diversos sistemas corporales, incluyendo el sistema cardiovascular, reproductivo, digestivo e incluso el nervioso, llegando a ser un factor de riesgo para desarrollar Alzheimer. Una alimentación excesiva en grasa (ácidos grasos), más bien de tipo saturada, favorece la aparición de la obesidad; ambos factores aumentan la neuro inflamación, neuro degeneración y la disminución de la capacidad cognitiva (procesos que comprenden: memoria, lenguaje, atención, entre otros).
Un estudio realizado el 2013 en New York por Cai, et al, indicó que la sobrealimentación unida a un consumo excesivo de grasas saturadas —con especial atención al ácido palmítico o aceite de palma— aumenta en gran medida la neuro inflamación, la cual es acompañada por disminución del número de neuronas, progresivamente.
¡Estamos en peligro!
Algo realmente alarmante es la cantidad de productos en las estanterías de los supermercados que contienen aceite de palma (que también puede aparecer como manteca de palma, grasa de palma, entre otros nombres).
Algunos ejemplos son las famosas cremas para untar de cacao, donuts rellenos o sencillos, algunos panes empacados, papitas fritas (tipo snack) con queso y otros sabores, barras de chocolate, pudines de vainilla o chocolate, dulces tipo biscochos, galletas, barras energéticas o de granola, cobertura para pasteles, algunos condimentos en polvo, entre otros cientos de productos.
Más evidencia
Otro estudio de laboratorio, realizado con ratones en noviembre de este año, en Estados Unidos por Duffy, C.M.,et al, evaluó el efecto de tener una alimentación alta en grasa combinado con la disminución del neuro transmisor “orexina”, el cual tiene funciones en aspectos como vigilia/insomnio, trastorno de ansiedad y depresión, gasto de energía y estimulación en la alimentación.
La orexina puede bajar sus niveles ante estímulos que promuevan la inflamación como tener obesidad, fumar, tener una alimentación alta en carbohidratos refinados, entre otros.
Entre los hallazgos más impactantes de dicho estudio, están que con la disminución de la orexina a causa de una alimentación alta en grasa, se disminuía la actividad motriz y el estado de alerta, al tiempo que se generaba un mayor estado de latencia; sin embargo, no se intensificó ni atenuó el comportamiento ansioso. Además, se encontró que la alimentación rica en grasa interfiere con la memoria a largo plazo.
A pesar de que es relevante realizar muchos más estudios al respecto, tenemos hoy en día frente a nosotros mucha evidencia que nos invita a adoptar apresuradamente mejores hábitos de alimentación, no solo por mantener un índice de masa corporal óptimo, sino también para asegurar una vida adulta plena y una vejez agradable.
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