Mié, 10/17/2018 - 15:24
- Nutrición
Junto con la actividad física, la forma en que nos alimentamos tiene un papel importante en la prevención del flagelo.
Mujer, este tema nos compete a todas, sin importar la edad, estado civil, estatus económico o lugar de nacimiento. El cáncer de mama ha sido por algunas décadas uno de los enemigos más polémicos del género femenino, el cual se ha empeñado en poner en riesgo nuestra vida.
¿Por qué es importante lo que comemos?
Es por medio de la alimentación que nuestro cuerpo puede obtener los nutrientes y la energía que necesita para funcionar, desarrollarse y crecer según está definido en su ADN. El aporte adecuado de nutrientes influye en los mecanismos que regulan la reparación del ADN; mientras que la falta o un desequilibrio en ellos puede intervenir en los procesos celulares y moleculares claves que caracterizan muchos tipos de cáncer (incluyendo el de mama), promoviendo un ambiente óptimo para el daño en el ADN.
Junto con la actividad física, la forma en que nos alimentamos forma parte de los llamados “factores ambientales” o “modificables”, que tienen un papel importante en la prevención del cáncer de mama.
¡Importante! No existe un solo alimento que por sí solo pueda prevenir el cáncer, con excepción de la fibra en el caso del tipo colorrectal; más bien, la prevención adecuada se obtiene de la aplicación del conjunto de recomendaciones y cambios en el estilo de vida, que contribuyen a que nuestras células cumplan sus funciones adecuadamente.
¡Échalo en el carrito del supermercado!
A continuación te comparto qué alimentos pertenecen —y cuáles no— a una dieta que ayuda a prevenir el cáncer.
Proteínas magras o bajas en grasas. Son esenciales para el aporte de proteínas y otros nutrientes que nos ayudan a reparar y construir tejidos corporales. Son recomendables el pollo sin piel, pavo, huevo y pescado.
Se ha demostrado que el consumo de carne de res aumenta en 6% el riesgo de cáncer de mama; las procesadas como embutidos, chorizos, jamones, entre otros, lo incrementa en un 9%.
Lácteos y derivados. La relación en la reducción del cáncer de mama al consumir estos alimentos es aún indefinida; sin embargo, la suplementación con cápsulas de calcio y vitamina D parece tener mayor impacto, sobre todo en mujeres posmenopáusicas. Se recomienda el consumo moderado (máximo 2 a 3 porciones por día) de aquellos lácteos semi o completamente descremados y reducidos en azúcar, como yogurt griego natural, kéfir, queso blanco bajo en sal, etc. Será necesario añadir a la dieta otros alimentos con fuentes similares de nutrientes, como bebidas de almendras o soya fortificadas con calcio, frijol de soya, higos y vegetales de hojas verde oscuro como el kale, la acelga y otros.
Carbohidratos. En este caso son irremplazables las frutas y vegetales, idealmente en su estado natural; se debe evitar las enlatadas o procesadas. Su alto contenido de vitamina A, C, E, selenio, flavonoides y carotenoides, entre otros antioxidantes, convierten a las frutas y verduras en alimentos aliados en la reducción del riesgo de cáncer de mama. Además, es recomendable evitar los granos y cereales refinados como las harinas blancas y derivados (pan, galletas, dulces); en su lugar, elige aquellos que sean de granos enteros y sin azúcar añadida.
En el caso de las verduras y menestras, estas son ideales para una alimentación sana, siempre y cuando no sean procesadas (empanizadas, prefritas o fritas y colocadas en bolsas).
Este grupo de alimentos nos proporcionan fibra, esencial para la lucha contra diversos tipos de cáncer.
Grasas. Jamás serán las malas de la película, solo hay que escogerlas bien, especialmente las de tipo poli y monoinsaturadas, que encontramos en alimentos como aguacate y semillas (almendras, nueces, linaza, chía, cáñamo, etc.). Su consumo interactúa con la regulación de hormonas en nuestro cuerpo. Siempre recuerda preferirlas en su estado natural.
Condimentos. Elígelos 100% naturales. Evita todos aquellos con colorantes artificiales y exceso de sodio (componente de la sal); en su lugar, opta por sazonar las comidas con jengibre, ajo, cúrcuma, curry, azafrán, culantro y canela. Algunos de estos poseen propiedades antiinflamatorias.
Alerta con estos hábitos
El consumo de alcohol, cigarrillo y bebidas con azúcar se relaciona con el riesgo de cáncer de mama. Estos hábitos promueven el envejecimiento de las células, disminuyendo su capacidad de funcionar adecuadamente, lo cual da paso al desarrollo de los desórdenes característicos del cáncer. Por otro lado, el alcohol (etanol) reacciona con otras sustancias en el cuerpo, produciendo compuestos cancerígenos.
Otro factor determinante en el desarrollo del cáncer de mama —y de otros tipos— es la cantidad de grasa que tenemos en nuestro cuerpo. ¡Así es! El exceso de peso en grasa está íntimamente relacionado con la aparición del cáncer, es por eso que la actividad física y la alimentación son de suma importancia.
Recuerda: el cáncer de mama es el más común a nivel mundial, pero es posible reducir su aparición en un 36% modificando nuestro estilo de vida.
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