Mientras El Chapo pasaba sus últimos meses aislado en una prisión mexicana, en Colombia se montaba una operación sigilosa para recrear los escenarios de una vida de película y grabar la serie sobre el mayor capo la historia reciente.
Ante la falta de garantías de seguridad en México, Univision y Netflix tuvieron que trasladar en octubre la producción a varios puntos de Colombia, un país que en algún momento fue el epicentro del tráfico de drogas y la violencia en el hemisferio. Aquellos sitios se convirtieron en Sinaloa, Guadalajara y la frontera con Estados Unidos.