¡Cua, Cua, Cua!
Iba muy tranquilo por la acera, con el calorón en la espalda y en la mente, del piso salía calor, de los lados venía calor, de arriba venía calor, me estaba cocinando como lechón y entonces la vi… ¡Uff, era absolutamente increíble!
Aquella mujer se movía y se movía la acera, se movían los edificios y se movían los ojos de los hombres a su alrededor, que en una calle de los Estados Unidos, no es nada común y de repente sonó en mi mente la trompetica desafinada de los shows de comedia: cuaa, cuaa, cuaaaa…
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