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Existen varios mitos alrededor de la pollera panameña. Uno de ellos es que se trata del traje nacional y que tiene un día de celebración en todo el territorio.
La pollera panameña en todas sus variantes es, secillamente, esplendorosa. Como panameños, nos llena de orgullo tener una vestimenta tradicional, a lo largo y ancho del país, tan hermosa, diversa y con valor cultural e histórico.
Pero, más allá de su valor, existen algunas creencias que se han tejido alrededor del vestuario; por ejemplo, que se trata del traje nacional y que tiene un día de celebración nacional.
Los mitos que se tejen alrededor del vestido (formado básicamente por una camisa y un pollerón, y otros detalles que varían de acuedo a la región de donde provenga y la tipología del traje) tienen mucho que ver con la popularización de la pollera santeña de gala, una variante de labores corridas que se caracteriza por las técnicas artesanales tan laboriosas y detalladas que adornan sus telas. Bordados como el punto en cruz (o marcado) y el zurcido, técnicas como el calado y el sombreado, al igual que tejidos como el mundillo (todos a manos), hacen que una pollera de gala rebase los 10 mil dólares, lo que la convierte en un traje elitista, lejos del sueño popular.
"Existe el mito de que la pollera solamente es de labor. Hay tantas variantes y opciones, que puedes optar por cualquiera. Esa percepción es lo que tratamos de cambiar en nuestras conferencias, porque todas las polleras son hermosas", dice el investigador de indumentarias tradicionales, Eduardo Cano.
El profesor, graduado en Historia del Arte de la Universidad de Sevilla y con una maestría en tejidos, ha dedicado los últimos 20 años a la investigación de indumentarias de Panamá. En 2018 dictó 180 conferencias gratuitas en Panamá y organizó el Congreso Nacional y el Simposio Nacional de la Pollera. Por su labor, el año pasado recibió varios reconocimientos a nivel nacional y en mayo de 2019 fue nombredo Personaje Relevante de la Cultura Hispanoamericana en Burdeos, Francia.
Que se haya popularizado tanto la pollera de gala santeña, al punto de que muchas personas (desde promotores culturales, hasta autoridades y panameños) afirmen que es el Traje Nacional, es sencillamente un peligro, pues desvirtúa al resto de las indumentarias. Durante el pasado quinquenio se pasó un anteproyecto de ley a la Asamblea Nacional, donde se trató de declarar a la pollera como vestido típico nacional, lo cual, en su momento, fue rechazado por expertos conocedores en tema de patrimonio.
En ese entonces Emma Gómez, coordinadora del Proyecto de Salvaguardia del Ministerio de Comercio e Industrias (Mici), miraba el tema con recelo. Cometó: “A mí me preocupa el anteproyecto donde quieren declarar a la pollera como vestido típico nacional porque nosotros somos un país compuesto por regiones y los vestuarios son regionales. Si se declara un vestido de una región como el vestido típico nacional habrá reacciones de otras regiones”. En cambio le parecía positivo casos como el del municipio de Parita, donde se declaró al Festival del Corpus Cristi como Patrimonio Cultural de la región.
Según Gómez, las leyes “deben ser para fomentar cosas, abrir espacios de capacitación, llevar respaldo a los artesanos, pero no para definir patrimonio de una región por encima del patrimonio de otra”. De acuerdo a la convención de la Unesco que firmó Panamá en diciembre de 2003 y que se convirtió en Ley el 7 de julio de 2004, desde 2011, el Mici prepara un inventario del Patrimonio Inmaterial de Panamá para poder nominarlo a la lista de Patrimonio Inmaterial de la Unesco, esto incluye los diferentes tipos de pollera.
Para Gómez lo ideal es dejar que el folclor fluya de manera espontánea. “No se puede regular con leyes el uso de la práctica ni cómo hacerla en una manifestación porque enseguida la estás anulando, no estás dejando que sea una opción que opta por ser un patrimonio”.
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El valor de lo artesanal y que la pollera es algo ostentoso, es otra falsedad. "En Panamá es un mito hablar de la pollera hecha con máquina de coser. Desde que vino la máquina de coser (a finales del siglo XIX), toda la costura recta era hecha con máquina. A alguien se le ocurrió decir que todo era a mano, creando el mito de lo artesanal, que sí tiene su valor, pero ha vuelto inaccesible la pollera", manifiesta el estudioso Ezequiel Villarreal.
Expertos aseguran que aunque el traje evolucione (por ser un hecho folklórico) y no existe un código de uso como tal, las damas que se empolleran deben tener cuidado de no caer en proyecciones o estilizaciones, lejos de la realidad. En este sentido, Villarreal considera que muchos cambios han afectado la esencia del traje. "La creatividad mató a la pollera por el mito de la ostentación: La tela debe ser la más cara, la labor debe ser las más sobrecargada, si es el joyero, deben ser 40 joyas, y si son los tembleques, deben ser 100 pares".
Villarreal sostiene que "antes la empollerada lucía natural y se ponía lo que tenía: Flores en la cabeza, cualquier collar que tuviera... Con el amor que le tengo a la pollera debo decir que ahora es un burdo disfraz, donde todo está sobredimensionado. Nada parecido a la pollera delicada y grácil de nuestras antepasadas, que en aquella época todas podían costear".
"La pollera se ha comercializado... La han subido que es una barbaridad", opina la profesora Norma de Testa, quien ha escrito cuatro libros sobre tradiciones panameñas. Para ella, esto se debe a la "supuesta evolución" que ha tenido el traje. "De 1980 para acá es que las polleras están alteradas totalmente", dice, agregando que uno de los grandes cambios consiste en que se ha ensanchado el pollerón. Menciona que antes se hacía con 10 yardas y ahora, ‘desde que los ballets folclóricos impusieron que la mujer debe alzar la falda', lo hacen con más de 20, lo cual encarece los precios.
Cano añade que "de seis tiras que se utilizaban al principio en el pollerón, hoy se usan ocho; sin obviar que antes las labores eran más pequeñas y hoy las quieren hacer hasta de 12 pulgadas". Esto impacta los precios, pues las artesanas trabajan más.
En conclusión, la pollera panameña es un traje hermoso, que debe llevar cada panameña en su corazón, y por qué no, en su baúl. Como afirma el profesor Cano: "la pollera no es elitista, en la sencillez está la belleza, pollera es pollera así no tenga siete cadenas o una cabeza de tembleques rellena de cristales de una marca costosa. No debemos permitir que unas cuantas personas se apropien de lo que nos pertenece a todos como país, ya es tiempo de dejar atrás los mitos que nos han alejado de poder usar todas nuestras polleras".
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