Jue, 03/14/2019 - 10:13
- Styling
Aún estás a tiempo de darle una reorganización y reutilización inteligente a lo que tengas en el armario, para que sea un espacio práctico, efectivo e inteligente. Aprende cómo hacerlo.
Siguiendo la tan conocida frase de “año nuevo, vida nueva”, nosotros la vamos a adaptar y vamos a empezar el año diciendo: “Año nuevo… ¡clóset nuevo!"
Pero no se asusten. No pretendo ahora que tiren la casa por la ventana y salgan a comprar todo su clóset nuevo. No. Solo que hagamos una reorganización y reutilización inteligente de lo que tenemos en el armario.
Las mujeres somos expertas en guardar todo aquello que pasa por nuestras manos con el simple argumento de “por si acaso”. Por si acaso adelgazo. Por si acaso se vuelve a poner de moda. Por si acaso me lo pongo. Por si acaso le gusta a mi hija, a mi amiga, a mi vecina. Por si acaso lo necesito…
Son miles los “por si acaso” que podemos llegar a inventar en menos de un minuto para justificar por qué guardar y seguir acumulando algo que no nos hemos puesto en largo tiempo, y que probablemente no volveremos a usar nunca más.
Y con todas estas excusas, simplemente acumulamos y acumulamos hasta que nuestro armario está a punto de explotar. Así es imposible mantenerlo ordenado, lo cual no nos permite ver y encontrar las cosas que realmente nos queremos poner, porque se nos terminan perdiendo en medio de tanto trapo.
Les propongo empezar el año cambiando esta situación y haciendo de nuestro armario algo práctico, efectivo e inteligente.
Para eso, lo primero que tienes que hacer es sacar absolutamente toda la ropa de tu armario fuera de él, ponerla en el suelo o en algún lugar amplio donde la puedas apilar, y una vez que el armario esté completamente vacío, empezará la selección.
Vas a separar toda la ropa en tres grandes grupos: Las prendas que te pones frecuentemente, las que no te has puesto durante más de un año (y en este grupo no importa si la prenda es divina o no) y, por último, aquellas piezas que te las habrías puesto, pero no lo has hecho porque tienen alguna mancha o necesitan alguna reparación.
Cuando ya tengas estos grupos separados a conciencia, vas a darte cuenta de que probablemente el grupo de lo que habitualmente te colocas representa un 20% del total de tu ropa. Cuando analices ese grupo, te darás cuenta de cuáles son las cosas que te gusta llevar y que probablemente son las que mejor te quedan, o las que más utilizas por tu estilo de vida. Esto te dará un parámetro claro para hacer compras inteligentes en el futuro. Esas piezas ya puedes ir colocándolas de nuevo en tu armario, ordenándolas y colgándolas por tipo de prenda, pantalones, camisetas, etc.
Luego, agarra las prendas que no te has puesto y míralas bien. Todas aquellas piezas que no has usado porque no te quedan bien, porque has adelgazado o engordado, o aquellas que ya están fuera de moda, ¡regálalas! Sí, si no te las has puesto es porque no lo harás. No puedes guardar una pieza de ropa por si acaso te la quieres volver a poner dentro de ocho años; la moda cambia, los cortes cambian… ¡Hay que renovarse!
Y, por último, el grupo de las prendas que te gustan, pero requieren de algún arreglo. Aquellas que sean de fácil solución, no las guardes hasta que las hayas arreglado; si las metes en el armario con algún defecto, seguirán así hasta que vuelvas a hacer una limpieza. Tienes que dejarlas afuera con el propósito de componerlas, ya que será la única manera de que te sientas obligada a hacerlo. Las prendas de difícil solución tienen dos caminos: las puedes reciclar e inventar algún cambio para solucionar ese pequeño problema que tenga la prenda, o deshacernos de ella.
Exactamente lo mismo puedes hacer después con los zapatos y con el resto de los armarios de la casa.
Es importante que todo lo que vuelva a entrar en el guardarropa sean prendas que vistas de manera regular y que estén en condiciones de que las uses. Todo aquello que guardes con una excusa seguirá ocupando lugar en tu armario “por si acaso”. ¡Suerte!
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