Mar, 10/30/2018 - 08:00
- Bienestar
Aproximadamente un 30% de las muertes por cáncer se deben a cinco factores de riesgo comportamentales y alimentarios (índice de masa corporal elevado, consumo insuficiente de frutas y verduras, falta de actividad física y consumo de tabaco y alcohol) y, por lo tanto, pueden prevenirse.
El cáncer es una de las enfermedades crónicas más frecuentes y uno de los problemas de salud pública más serios, ya que afecta millones de personas cada año y es una de las primeras causas de muerte a nivel mundial. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2012 se le atribuyeron 8,2 millones de muertes. Los cánceres que causan un mayor número anual de muertes son los de pulmón, hígado, estómago, colon y mama.
El organismo internacional señala que aproximadamente un 30% de las muertes por cáncer se deben a cinco factores de riesgo comportamentales y alimentarios (índice de masa corporal elevado, consumo insuficiente de frutas y verduras, falta de actividad física y consumo de tabaco y alcohol) y, por lo tanto, pueden prevenirse.
La nutrición es uno de los pilares que la medicina moderna tiene para conservar la salud del individuo, ya que disminuye y retrasa la aparición de enfermedades crónicas, entre ellas el cáncer. El sobrepeso, la obesidad, la diabetes mellutis, arterioesclerosis, hipertensión, entre otras, también se pueden prevenir en gran medida con una dieta y hábitos saludables.
La doctora Debora Arosemena, médico con especialidad en Nutrición y Salud Pública del Centro Médico Paitilla, explica que para prevenir que una enfermedad aparezca es importante entender que los hábitos de alimentación deben ser saludables en calidad, cantidad y a largo plazo.
"En la actualidad, se han realizado estudios que reportan que el 40% de los cánceres pueden ser prevenidos con un estilo de vida saludable, actividad física y una dieta libre de azucares refinadas y grasas saturadas como carnes rojas, embutidos, mantequilla, lácteos completos", comenta Arosemena.
La especialista explica que entre los alimentos que más pueden ayudar a combatir los radicales libres y la aparición de cáncer están:
- Vegetales verdes y crucíferos como espinacas, kale, berro, brócoli y repollo.
- Aguacate
- Frutas y vegetales de color naranja (camote, zapallo, naranja y tomate)
- Hierbas y especias frescas (ajo, jengibre. turmeric, albahaca, perejil, orégano)
- Probióticos (yogurt, kéfir, requesón y leche de cabra)
- Nueces y semillas
- Té verde
- Salmón, mackarel y sardinas
- Aceite de oliva extra-virgen
La dieta de un paciente de cáncer
Una persona con cáncer es un paciente comprometido por los efectos de la enfermedad (nauseas, pérdida de apetito, vómitos, dificultad para ir al baño, diarrea, pérdida de peso y desnutrición), por los tipos de tratamiento a los que se tiene que someter (cirugía, quimioterapia y radioterapia).
Arosemena señala que el cáncer es una condición hipermetabólica, cuyo requerimiento de carbohidratos y proteínas es muy alto y muy difícil de cumplir. Una vez hecho el diagnóstico e iniciado el tratamiento se debe hacer énfasis en alimentos de alto valor biológico y fáciles de digerir como: frutas frescas (refrescantes y con alto contenido de agua), yogurt, quesos suaves, cereales (fríos o calientes), mantequilla de maní o de almendras, proteína animal y granos (lentejas o arvejas).
"Es importante comprender que el paciente tendrá dificultad para procesar los alimentos, por lo que se le debe presentar de forma semisólidos (molerlos o licuarlos), ofrecerlo en pequeñas porciones y varias veces al día. A veces los pacientes no pueden identificar los diferentes sabores (ácidos, salados y dulces), ya que hay pérdida de las papilas gustativas encargadas de este proceso", indica.
En algunos casos el desgaste lleva al paciente a la desnutrición, dice la galena, añadiendo que en muchos casos es necesario recurrir a bebidas completas de alto contenido proteico o suplementos proteicos, que ayudan a cumplir con la alta demanda de proteínas necesarios para la reparación celular.
Prevención
La doctora Arosemena señala que para la prevención de las enfermedades crónicas es fundamental incluir en nuestras dietas los carbohidratos complejos, ya que son nuestra fuente principal de energía; vegetales y granos (menestras). La proteína animal (pescado, pollo, huevo, lácteos descremados y a veces deslactosados) se debe incorporar de forma periódica. "Es importante consumir carnes rojas, pero no más de dos veces por semana", expresa.
También es menester tomar abundante agua (dos a tres litros por día), al igual que consumir frutas y verduras. “Mientras más color y variedad, mejor”, recalca. Las cantidades son importantes, el consumo calórico no debe ser mayor que el gasto calórico. "El peso es un balance entre lo que como y lo que quemo", distingue la especialista.
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