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Se trata de diseñar un plan a la medida para posicionarnos nuevamente en el país.
La selección nacional siempre está de moda, pero cuando pasamos al plano local la situación cambia. La realidad del momento es que el fútbol nacional dejó de crecer. Sus números lo indican, no es solo una percepción. Nuestra liga no despega en muchos aspectos hace un tiempo, pero nadie la quiere resucitar. Para resucitar primero debes morir, pero a la Liga Panameña de Fútbol no la quieren dejar morir, sino que la mantienen conectada obligando su corazón a latir.
Sí, la LPF tiene que morir, dejar de existir, de ser y debe comenzar de nuevo, completamente diferente. No se puede seguir haciendo lo mismo una y otra vez cruzando los dedos que esta vez sí funcione. No, debes empezar de nuevo. Y cuando se empieza de nuevo, se empieza con un plan, bien hecho y bien pensado a largo plazo, con metas y objetivos claros, realistas y medibles.
Hace tiempo la LPF no manda datos de asistencia a los estadios por jornada. En el 2015 hasta tuiteaban los números. Claro, porque eran relativamente buenos para nuestra liga local, estaba de moda. Del Torneo Clausura 2017 sabemos que a la final asistieron 15 mil 307 personas para presenciar a Tauro vencer 1-0 al Árabe, pero de las 18 jornadas regulares no hay cifra. En este Torneo Apertura basta con ir a algunos de nuestros pocos estadios y ver solo 100 o 200 personas asistir, y que el 40% de esa cifra sean cortesías, no fanáticos pagando un boleto.
La situación no mejora, y no es por la situación del país, es por la situación del fútbol nacional. Alguien tiene que reconocer esto, y tomar acciones al respecto. No se le puede rogar al fanático que, por favor, vaya al estadio, el fanático tiene que ir porque eso es lo que quiere, le nace. Y para que le nazca ir tiene que sentir algún tipo de conexión con un equipo.
En 1996 nació la Major League Soccer (MLS), su primer año promedio 17 mil 406 fanáticos por partido, para el 2000 esa cifra bajó a 13 mil 756. Algo se tenía que hacer, y se hizo. Fue una estrategia lenta pero constante. Las cifras fueron en aumento y en el 2016 alcanzaron su más alto promedio de asistencia con 21 mil 692. Hoy en día es una liga muy de moda.
Una de las claves de la MLS ha sido la conexión. Uno de los pilares que solicitaba el comisionado Don Garber a los clubes era que estuviesen equipos y jugadores profundamente conectados con su comunidad. Crear un sentido de pertenencia, y ser parte de algo grande pero cercano. La MLS también se destaca por su mercadeo, la forma en que la liga se ha vendido al público, patrocinadores y compradores de derechos de TV.
Acabo de hacer una comparación odiosa y de proporciones muy amplias, pero enfoquémonos en el concepto, en el hecho de que un cambio sí puede suceder en una liga cuando esta no está funcionando. Si dejamos a un lado los caprichos, si se descentralizan tantos equipos en la ciudad capital y se expanden al interior, si los clubes tienen sus propios estadios pequeños con el apoyo de patrocinadores, si los equipos se adentran y conectan con la comunidad, si se les hace cumplir con una serie de lineamientos exigidos con mano dura, la LPF puede levantar cabeza, puede ser un orgullo y no un suplicio, puede resucitar, tener larga vida y estar siempre de moda.