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La cita más sofisticada del calendario de la moda, la Alta Costura de París, arrancó ayer eclipsada por la participación de dos firmas invitadas, las estadounidenses Proenza Schouler y Rodarte, que se adelantaron a la pasarela neoyorquina para presentar sus líneas de primavera-verano.
La pasarela se abrió oficialmente con las propuestas "prêt-à-porter" de Lázaro Hernández y Jack McCollough, el dúo detrás de Proenza Schouler, que en un intento de transformar su estrategia de negocio decidió avanzar la muestra de su colección primavera-verano 2018 a julio, en lugar de septiembre dentro del calendario neoyorquino, como venían haciendo desde 2002.
Con este adelanto, la firma pretende adelantar la llegada de sus colecciones a las tiendas para que puedan estar más tiempo en venta.
La marca, laureada por los críticos de la moda y protegida de la directora de Vogue USA, Anne Wintour, mantuvo su espíritu provocador, con líneas ligeramente andróginas en chaquetas cortas de amplios hombros y talles bajos en las faldas, pero marcando la sensualidad con aperturas en vestidos y vientres destapados.
En los colores, primó la combinación de blanco y negro, con un par de estilismos en un vibrante naranja que se coló también en los accesorios, especialmente carteras de mano y zapatos, y algunos toques de pastel, en lila o rosa palo.
Hernández y McCollough han hecho, sin embargo, por adaptarse mínimamente a la pasarela parisina, explotando el lado artesanal de las creaciones, por ejemplo con la inclusión de plumas en los estilismos finales, como largos vestidos o chaquetas inspirados por los pequeños talleres de la capital de la moda.
"No queremos que nos encasillen como una marca americana. El mundo está tremendamente globalizado y con todo lo que está pasando es importante cruzar las fronteras", explicaba Hernández recientemente en el portal de moda Business of Fashion.
Proenza Schouler fichó el año pasado a un nuevo director ejecutivo, Jude Crane, quien fuera responsable durante los últimos cinco años del departamento de mujer y accesorios en los exitosos almacenes Selfridges de Londres, y ha iniciado con él un nuevo camino.
Entre las nuevas estrategias empresariales de la firma, cuentan con aumentar la línea de accesorios, para poner los zapatos a la altura de los muy vendidos bolsos, pero también prendas de baño y su primer perfume, que saldrá a la venta en 2018.
Tras ellos, Rodarte -una marca más bien vinculada a California, su estilo, actrices y producciones hollywoodienses, donde suelen trabajar también en el diseño de vestuario-, continuó la primera jornada con una colección "prêt-à-porter" con aroma a Alta Costura.
Se trató de una línea de vestidos de ensueño en tonos pastel ricos en tul y transparencias, con las modelos luciendo además coronas y tocados de flores a modo de ninfas de los bosques, que tuvo como marco el claustro de Port Royal, al sur de la capital.
Los numerosos volantes, lazos y flores, convertidos también en pulseras y chales, o plumas de colores para dar forma a un espectacular abrigo multicolor, ayudaron a crear una línea casi de fantasía, que promete seguir probando suerte entre los grandes diseñadores parisinos, al menos de momento.
Dentro de las colecciones propiamente de Alta Costura, que estos días presentan las colecciones para el otoño-invierno 2017/2018, desfiló la filma belga AF Vandevorst, que llevan el matrimonio de diseñadores Filip Arickx y An Vandevorst, quienes se conocieran en la Real Academia de Bellas Artes de Amberes.
La original invitación para el desfile, consistente en un trozo de látex, hacia presagiar el espíritu de una propuesta futurista en su apariencia, cargada de plásticos, trajes ultra ajustados e incluso bolsas de basura que se llevaron como sombreros o vestidos.
Con un cierto estilo militar en chaquetas cargadas de insignias, tradicionalmente presente en las colecciones de la marca, AF Vandevorst se inclinó esta vez por formas de princesa -aunque fuera de las basuras- pues el plástico dio forma a largos vestidos con volantes o tocados, en forma de velo.
Los diseñadores también introdujeron prendas más ochenteras, como minivestidos de lentejuelas o botas mosqueteras de tacón con purpurina en negro o amarillo. EFE
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