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En la actualidad es muy común tener dinero plástico. Sin embargo, esta acción debe ser analizada detenidamente. Te presentamos los pros y los contras de estas modalidades.
Cuando hablamos de realizar compras de cualquier clase hoy día, nos encontramos con diversas situaciones que nos limitan el normal ejercicio de compras, por tanto surge la necesidad de utilizar un elemento que facilite la gestión y nos dé “algo de seguridad”.
El principal problema de la actualidad obviamente es la seguridad y el realizar compras con importantes sumas de dinero en efectivo es una invitación al riesgo y a los problemas asociados a la delincuencia. Por esta razón, quizás ha tenido tanto auge el dinero plástico en estos tiempos. Pues bien, como ha tenido auge entonces existe una marcada tendencia a la facilidad de acceder al crédito, con las consecuencias nefastas para muchas de nosotras.
Posteriormente surge la posibilidad de tener plástico, pero no con una condición de crédito, sino que es un acceso inmediato al dinero líquido que poseemos y en algunos casos, a nuestros ahorros. Como siempre, las cosas buenas que resuelven necesidades traen consigo elementos nocivos, entonces al uso del dinero plástico le sobrevienen los riesgos de fraude que en algunos casos pueden resultar más severos que la pérdida del dinero en efectivo.
Cuál es la diferencia puntual entre una y otra tarjeta, pues simple, en la primera realizas transacciones con base en un contrato de crédito que te ha concedido la institución financiera o el comercio, el cual tiene un límite específico; mientras que con la segunda el límite es el efectivo que tienes en tu cuenta de banco. A partir de allí, entonces debes comenzar a medir los beneficios y consecuencias de una y otra
a. Con el plástico de crédito puedes consumir los recursos que no tienes, mientras que con el plástico de débito solo podrás utilizar lo que tienes en el banco.
b. El plástico de crédito te cuesta intereses que son sustancialmente más altos que los que ganas con el dinero en cuentas en el banco.
c. En una situación en la cual te has convertido en un cliente excelente, el límite del crédito puede ser excesivamente elevado, con lo cual el riesgo de manejo descontrolado se multiplica. En el caso del débito por más buen cliente que seamos, el límite es nuestro recurso. En caso de fraude, esta situación opera en los mismos términos con la única diferencia de que en estas no hay descontrol, sino dolor.
Pues bien, existen riesgos para ambos casos, pero lo más importante es que cuando vayamos a elegir, estemos conscientes de las consecuencias que tiene el mal uso y el descontrol.
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