- Mente y Cuerpo
¿Volverá tu zona pélvica a su estado natural, o el parto implica un cambio sin marcha atrás? Una experta nos despeja las dudas, ¡mira!
Mucho se habla acerca de los cambios que existen en la rutina y frecuencia sexual de una pareja después de que llega un nuevo miembro a la familia. Sin embargo, poco se suele explicar lo que siente una mujer después de dar a luz por parto natural a la criatura que estuvo dentro suyo por nueve meses.
¿Son reales los cambios físicos que dicen experimentar las mujeres? ¿Qué ocurre con la vagina después de dar a luz? ¿Volverá todo a la normalidad después de un tiempo? Preguntas como estas son aquellas que las mamás primerizas se hacen al enterarse por primera vez de que están en cinta. Para poder contestarlas, conversamos con la ginecóloga panameña Julissa Garisto, quien lo primero que nos explicó fue lo que ocurre con la vagina durante el embarazo y el parto. “Durante el embarazo, la vagina se va preparando para el momento del parto, aumenta su tamaño en anchura y longitud. Se hace más elástica y distensible debido a que las células musculares de sus paredes aumentan de tamaño y las fibras de colágeno que contienen también se alargan y separan entre sí. Al momento del parto, la vagina y periné se relajan, y las paredes de la vagina pierden sus rugosidades para poder así expandir el canal del parto”.
Y aquí es cuando aparece la pregunta del millón: ¿cuándo volverá a su estado natural?
Fisiológicamente, después de que una mujer pare, la vagina se repliega y vuelven a aparecer las rugosidades y resto de características habituales. La mucosa vaginal permanece edematosa (acumulación excesiva de líquido en el tejido) por algunas horas o días. Su elasticidad favorece una rápida recuperación, volviendo a la normalidad 6 a 12 semanas posparto. Incluso, según las explicaciones de nuestra experta, las mujeres que están dando a luz pueden experimentar una falta de lubricación durante las relaciones sexuales con su pareja.
Pero después de estas 12 semanas existen mujeres que aseguran que las cosas no son iguales que antes. Esto también tiene una explicación científica: “La percepción de flacidez y distensión de la vagina se da en función a la relajación del piso pélvico, el cual es un conjunto de músculos y ligamentos que cierran la cavidad abdominal en su parte inferior. Su función es sostener los órganos pélvicos (vejiga y uretra, útero y vagina; y recto) en la posición adecuada porque de ello depende su normal funcionamiento”, explicó la Dra. Garisto.
Cuando parimos, entonces existe un innegable daño del piso pélvico en mayor o menor medida. Y aquí es donde viene la parte interesante de toda esta recuperación y restauración natural. “Nuestros genes determinan la calidad de los tejidos musculares. Hay mujeres que tienen unos músculos que, por naturaleza o por herencia genética, van a soportar bien ese enorme estiramiento y también van a recuperar mejor el tono de sus músculos pélvicos. Otras, en cambio, tienen unos músculos que no están diseñados para soportar tales estiramientos y compresiones, y la salida de la cabeza del bebé puede sobrepasar su límite de estiramiento”.
Te estarás preguntando qué hacer si perteneces al segundo grupo de mujeres. Según la Dra. Garisto, “cada piso pélvico es diferente y en función de ello estará mejor o peor preparado para los partos. Por esta razón, es importante que las mujeres preparen el piso pélvico para el parto. Necesitamos unos músculos bien tonificados y además, flexibles”.
Para eso existen técnicas y rehabilitación de los músculos del suelo pélvico. Una de esas son los llamados “ejercicios de Kegel”. Estos ejercicios consisten en la contracción voluntaria e intermitente de los músculos del suelo pélvico siempre con la vejiga vacía.
A partir del día 10 posparto, puedes iniciar los ejercicios poco a poco haciéndolos coincidir, por ejemplo, con ciertas actividades cotidianas: dar pecho, la ducha diaria, al despertar. El ejercicio de contracción voluntaria debe realizarse alrededor de 15 veces, al menos en 6 momentos del día, con una duración de unos 3 segundos cada contracción. Otra manera es contraer los músculos y mantenerlos así mientras cuenta hasta 5, respirando suavemente. Luego, relajarlos durante 5 segundos más, y repetir la serie 10 veces. Se puede intentar el aumento progresivo del tiempo de contracción y relajación.
Según la experta, “en la mayoría de las mujeres mejora de forma significativa el tono de los músculos del suelo pélvico y, en consecuencia, la funcionalidad de los órganos pélvicos, principalmente, vejiga y recto”.