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El diseñador Anthony Vaccarello superó la prueba de fuego en su primer desfile para Saint Laurent cuyas creaciones ultra sensuales dejaron fascinados al exigente público que esperaba esta cita desde que su predecesor Hedi Slimane dejara el trono de la casa.
"Fantástico", en palabras de Anne Wintour, la directora de Vogue USA para quien el de Vacarello en Saint Laurent ha sido un comienzo excepcional.
"Muy bonito, muy sexy, estoy muy contenta de ver estos diseños en Saint Laurent, me ha encantado", declaró a EFE la cantante y actriz Jane Birkin, que siguió el desfile en primera fila junto a su hija y su nieta, Charlotte Gainsbourg y Lou Doillon, y al que fuera pareja del diseñador que da nombre a la maison Pierre Bergé.
Vaccarello abandonó las escuálidas modelos por las que solía apostar Slimane y eligió un elenco mucho más sensual para presentar los ochenteros diseños.
Se notó su huella en esto y en los vestidos ultra cortos, ajustados, donde el cuero y el encaje adquirieron un importante papel.
Hay puntos en común entre Slimane y Vaccarello que también subió a la pasarela pantalones vaqueros combinados con tops en terciopelo con hombreras y pronunciados escotes de corazón.
Pero esta noche no se trataba de seguir los pasos de Slimane, sino del creador Yves Saint Laurent, cuyo espíritu estuvo más que presente en la reencarnación del "smoking", que apareció en un sinfín de formas: monos, chalecos que dejaban ver las hombreras o chaquetas en forma de bolero sobre camisas transparentes.
Curiosamente, Vaccarello decidió recuperar el logo de YSL: se valió de él para los pendientes, pero también para la decoración del show, donde un inmenso letrero iluminaba la entrada, colgando de una grúa, en el antiguo Ministerio de Defensa de la Rive Gauche, en obras para convertirse en el futuro cuartel general de la marca, aún dentro de unos años.
Vaccarello fue nombrado en abril nuevo director creativo de la firma después de que Hedi Slimane decidiera abandonar la marca que él mismo había sometido a un profundo cambio en 2012: eliminó el Yves y cambió la estética de las boutiques, trasladó el cuartel general a Los Ángeles y apostó por diseños rock y sexy.
En estos cuatro años las ventas de la firma se dispararon, la clientela rejuveneció y la marca se convirtió, por momentos, en un icono publicitario, usando de modelos a los cantantes Courtney Love o Marilyn Manson, entre otros.
El nuevo diseñador, de 36 años, trabajaba desde 2009 en su propia marca, bautizada con su nombre, tras haber pasado por las firmas italianas Fendi y Versus Versace.
Con solo 26 años, Simon Porte Jacquemus volvió a deslumbrar con una novena colección, que fue un canto a los trajes tradicionales para vestir a una mujer más femenina, lejos de la asimetría y la modernidad de temporadas pasadas.
Grandísimos sombreros de paja y ala ancha fueron el hilo conductor de un desfile cuyos protagonistas fueron la cintura, marcada por pantalones anchos de talle alto, y sobre todo los hombros.
La pirámide inversa formada por los chalecos, cruzados como si de un kimono se tratase, hizo relucir el talle de las modelos y recordó la geometría de temporadas pasadas bajo la esfera perfecta que cada maniquí lucía en la cabeza.
Los pequeños detalles rojos y los lunares que sembraron algunas de las abombadísimas mangas blancas fueron el tinte de color de unos diseños más ponibles de lo que Jacquemus tiene acostumbrado al público parisino.
Otra promesa de la pasarela parisina, la joven diseñadora holandesa Liselore Frowijn, presentó también su colección, la segunda de su carrera, donde se mostraron sus tablas en sus vestidos vaporosos con estampados en azul y algunos toques de rosa plasmados a mano en las prendas sobre las que trataban de imitar los dibujos de la famosa cerámica holandesa.
La firma de origen checo Nehera sigue cosechando éxitos desde su refundación en 2014 de la mano del creador Samuel Drira, formado en firmas de prestigio como Hugo Boss, The Row o Hermès.
Armonía y serenidad en esta colección cargada de blancos y tonos arena además de algunas notas de azul tinta, rojo brillante y negro.
Sobre la pasarela las modelos portaron vestidos de kimonos deconstruidos, trajes de chaqueta cortadas a la altura de la cintura sobre una continuación que marca las caderas como si se tratase de un fajín; amplias blazers y sencillos vestidos de algodón.
Un look que arriesga mediante mezclas de tejidos más rígidos, como el vaquero japonés y gasa arrugada frente a la suavidad del algodón, el nailon y la seda. EFE