Conoce a Leslie Molina

 

Esta joven diseñadora gráfica venezolana se define a sí misma como una mujer sencilla y con mucho sentido del humor, le inspira lo imperfecto, y dentro de su cabeza habita en el Grand Hotel Budapest. Por si todo esto no fuera suficiente, es también la encargada de ilustrar las bolsas de la nueva tienda Pull&Bear  en AltaPlaza Mall, Panamá.

 

Hola Leslie, ¿qué tal? Para empezar, preséntanos un poco quién eres y lo que haces. ¿Qué es lo que mejor te define?

Pues una etiqueta rápida es que soy diseñadora gráfica freelance; durante gran parte de mi tiempo libre no me separo del lápiz y el papel. Ilustro para poder drenar mis emociones y hablo a través de ello.

¿Qué me define? Pues, no sé… que soy una mujer sencilla: puedo ser feliz con una piedra o con un sombrero mexicano. Pero que el sombrero tenga banda suave, grandes alerones y forma cónica, obviamente, ¡si no, no! (risas). Definitivamente, mi buen humor es lo que me define.

 

Tu estilo a la hora de ilustrar sigue un poco la línea minimal, humorística e incluso surrealista en múltiples ocasiones. ¿Qué hay tras este estilo tan característico?

¡Creo que, de dar tantas vueltas a esta pregunta, se me acaba de inflamar una vena en la frente! No lo he analizado antes, pero me atrae significativamente congelar momentos que despierten curiosidad por su contexto; hay un mensaje subliminal intrínseco, pero en contraste con esa complejidad me gusta usar el minimal para reducir todo a lo esencial. Por el momento no he querido dibujar cosas “bonitas”, porque me inspira la naturaleza de nuestra imperfección, y siempre hay algo nuevo que aprender de eso.

 

¿Cómo te enfrentas al folio en blanco? Al empezar a trazar líneas, ¿tienes ya ideas previas de lo que vas a dibujar, o es algo que va surgiendo poco a poco? 

Las ideas son previstas generalmente, hay imágenes que consigo nadando en la web o haciendo scrolling en Instagram, que me dan en el nervio central y tomo como referencia para ilustrar. En otras ocasiones, surgen de mi creatividad, y si no las plasmo quedan en un loop constante en mi cabeza: no me dejan dormir y al día siguiente tengo unas ojeras tan largas que las uso como bufanda.

 

Si pudiésemos entrar en tu cabeza durante unas horas, ¿qué encontraríamos? ¿Qué tipo de cosas conforman tu imaginario?

Mi cabeza siempre está orbitando en un eje de curiosidad; parte del tiempo me lo paso preguntándome cosas e intentando conseguir respuestas. Y el resto, vivo en el Grand Hotel Budapest y soy un lobby boy en prácticas con un bigote falso.

 

Eres natural de Venezuela, pero te hemos conocido en tu parada en Panamá. ¿Qué es lo que más te inspira de este lugar? Háblanos un poco de lo que te rodea.

Panamá es un lugar increíble, cada vez que lo recorro me da un crush. Lo que más me ha inspirado es interactuar con las etnias indígenas: lo genuinos, transparentes y crudos que son. Me hipnotizan cuando bailan y cantan. O el desayuno chino –no preguntes por qué–, empezar un domingo con ello me pone creativa, definitivamente he adoptado esta costumbre panameña antes de ponerme a ilustrar. Debo admitir que me gusta estar rodeada de gente intelectual y espiritual que estimule mis neuronas, así como de libros, música, animales y naturaleza.

 

Observando tu cuenta de Instagram podemos ver que, actualmente, la dedicas casi por completo a tus ilustraciones. Pero indagando más atrás, vemos que no ha sido así desde el principio. ¿Qué es lo que te hace plantearte este nuevo uso?

Sí, de hecho, llevo justo un año posteando mis ilustraciones. La verdad, empecé de pronto y no he parado desde entonces. Básicamente soy feliz por haber conseguido un estilo gráfico que me define; lo más interesante es cuando cuelgo el arte en las redes y surgen proyectos que me dan la oportunidad de colaborar con fotógrafos, ilustradores, poetas… y así experimentar arte de maneras de lo más ambiguas.

También es lindo cuando las ilustraciones se esparcen rápidamente en las redes; Instagram para mí representa una especie de galería de arte, y mi trabajo queda expuesto las 24 horas. La gente puede entrar a ver una proyección de mí, estimularse, llegar a conectarse u odiarlo: eso me encanta.

 

Vas a diseñar las bolsas para la apertura de Pull&Bear en AltaPlaza Mall, Panamá. Cuéntanos un poco cómo has enfocado este proyecto.

Cuando me propusieron este proyecto, casi me hago pipí de la emoción, hasta que me dijeron el tema: California. Debía inspirarme en un lugar que nunca he pisado, así que básicamente la ilustración representa ese estado de curiosidad en el que me encontraba mientras intentaba acortar la distancia entre California y yo, de ahí la idea de los prismáticos. Me fundía en los landscapes que me encontraba en la web; la vibra que me movió fue de las hermosas playas. Literalmente, empecé a echar palmeras por los ojos, y eso fue lo que ilustré. Qué bonita, California… ¡ahora mataría por ir!

 

¿Qué dirías que es lo que más te atrae de la filosofía Pull&Bear? ¿Cómo lo relacionarías con tu trabajo como ilustradora y con tu propio estilo?

Me atrae ese equilibrio que hay entre la comodidad y el estilo dentro de sus colecciones: no tengo que sacrificar ninguno de los dos cuando uso las piezas que elijo de la tienda, y eso me atrapa; además, la simplicidad y lo relajado de la marca hace que cualquiera se vea bonito sin mucho esfuerzo, y generalmente eso es lo que estoy buscando: funcionalidad para ahorrarme algo de tiempo y poder ilustrar más.

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Háblanos un poco del futuro. ¿Cómo se te plantea este año, profesionalmente hablando? ¿Eres de las que tiene las ideas claras, o prefieres dejarte llevar?

Necesito tener mis ideas claras, anotadas y con deadlines. Este año tengo la crisis de los 27, y estoy ansiosa por cumplir varios proyectos antes de tener 30 años. Así que para el 2016 está en proceso un libro ilustrado para colorear en colaboración con un poeta, y muchos otros planes, pero… ¡para no sabotearlos, no los cuento!