Cuando estamos expuestos al sol, recibimos radiación ultravioleta y esta incluye los rayos A (UVA) y los B (UVB).
Los rayos UVA representan hasta el 95 por ciento de la radiación ultravioleta que alcanza la superficie de la tierra; a pesar de que son menos intensos, tienen la capacidad de penetrar las capas más profundas conocidas como la epidermis, activando la producción de melamina y provocando el bronceado, ya sea al aire libre o en un salón de belleza. Además, a estos se les atribuye el envejecimiento cutáneo y las arrugas (fotoenvejecimiento) y manchas.
Los UVB son responsables del enrojecimiento y las quemaduras de la piel, estos provocan daños que pueden causarte una lesión en el ADN de la piel, provocando mutaciones que pueden desarrollar cáncer de piel.
No olvides que los rayos UVB atraviesan ventanas, y aunque el día esté nublado, siguen estando presentes y, por lo tanto, causan daño.
Escoger un buen protector solar
Para asegurarte de que estás recibiendo una cobertura de los rayos UVA y UVB, debes buscar un protector solar con un SPF de 15 o más, además de buscar frases que digan en las etiquetas: “De espectro múltiple”, “de amplio espectro” o “de protección UVA / UVB”, las cuales indican que se proporciona una cierta protección UVA. En la actualidad no hay consenso sobre la cantidad de la protección que estos términos brindan, ya que cada casa farmacéutica o cosmética maneja sus propios estándares de calidad.
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