Mariela Aragón Chiari

Lun, 11/30/2015 - 15:17
Mariela es actriz, ‘coach’, instructora de yoga y más... Comenzó hace más de 30 años, y desde entonces sigue contagiando a todos con buen humor.

El escenario cambia, según lo amerita la ocasión, pero para Mariela no hay límites, por eso  sus actuaciones han estado en las principales avenidas, dentro de los metrobuses, en plazas comerciales y eventos... Ella es multifacética y entre sus profesiones está la de inyectar con una dosis de risa un poco de realidad; aquella que en ocasiones cuesta ver y que solo el humor tiene  el poder traer a la cara; como dice ella, crear conciencia. Y es así como después de un intercambio de correos nos pusimos de acuerdo para traerles la siguiente entrevista.      

 

¿Cómo fue aquel paso de saltar de tu ‘jaula de oro al vacío de la felicidad de seguir al corazón en todo momento’?

Por  22 años trabajé para el Canal de Panamá, en una época en que muchísima gente quería entrar a trabajar allí. Pero yo no era feliz en ese lugar. Pasaba la mayor parte de las 8 horas de trabajo amargada, pensando en la hora de la salida. Solo respiraba libremente después de las 3:30 p.m. y los fines de semana que me dedicaba a hacer teatro o cualquier otra cosa.  Por casi 10 años pensaba diariamente en renunciar, pero el sentido de seguridad económica era muy fuerte. Aparte de todos los mandatos inconscientes de la sociedad acerca del éxito, el trabajo, la edad, etc. Hasta que un lunes, después de un extraordinario fin de semana de libertad creativa y de hacer planes teatrales con el grupo con el que estaba, en medio de una reunión rutinaria de trabajo, me empecé a sentir muy mal físicamente. Tuve que ir  a la enfermería y hablando con la “miss” me di cuenta de que lo que tenía era un ataque de pánico por el contraste de mis realidades. En ese momento tomé la decisión de intentar irme por mi cuenta. Mi primera opción fue solicitar una licencia sin sueldo, pero me la negaron. Así que allí mismo llené mi formulario de renuncia y me fui. Ha sido una de las decisiones más liberadoras que he tomado en mi vida.  Después de siete años, sin importar las circunstancias externas, no hay un solo día en que no me agradezca a mí misma haberla tomado. El corazón no se equivoca.  

 

En tus más de 30 años de carrera, ¿cuál personaje recuerdas más?

Los recuerdo a todos porque con todos aprendí una lección particular. Siento especial cariño por un personaje llamado “La Grillo”. Fue mi primera intervención teatral interdisciplinaria. Este personaje era una especie de comentadora superexperta que salía de entre el público durante un concierto de música brasileña del coro Vox Líber, dirigido por el maestro Elcio de Sá.  La primera noche alguien estuvo a punto de sacarme de la sala, creyendo que en realidad era una señora del público que estaba más emocionada de lo usual.
Tuviste un papel en la película panameña ‘Kenke’, ¿qué tal fue participar en dicho filme?
Muy emocionante, no solo por ser el primer largo en que participaba con un personaje que tiene su microescena, sino porque se trata de un proyecto de gente a la que quiero y admiro mucho. Fue genial. Me divertí mucho. Y estoy encantada con el producto final.

 

Eres una de las fundadoras del teatro Carilimpia, ¿cómo nace la idea?

Mi socia y amiga Maritza Vernaza y yo veníamos trabajando juntas desde 2008 en otro grupo que dejó de ser en  2011. Nosotras queríamos seguir haciendo teatro y descubrir nuestra propia manera de hacerlo, proponer alternativas. Pasamos tantas experiencias juntas que teníamos un panorama general  sólido de cada una  y, sobre todo, buena química a la hora del escenario. Así que decidimos seguir juntas en esta aventura y nació teatro Carilimpia.  Seguimos aprendiendo y creciendo.
 En el ‘performance’ de Carilimpia se observa el tema de la violencia doméstica y el acoso callejero, ¿por qué escogieron esta causa?
Estamos hablando de “El último asalto”, que es nuestro “performance” más reciente. Está dirigido a crear consciencia sobre las señales de alarma en las relaciones que pueden convertirse en violencia doméstica y en su desenlace fatal: el femicidio. Y sobre todo, en el papel que debemos asumir como sociedad para proteger a las mujeres y familias que viven en esta situación. ¿Por qué? Porque en lo que va del año, en Panamá han muerto más de 20 mujeres a manos de sus parejas o exparejas. Porque el sistema no nos protege adecuadamente. Porque la gente en general no interviene para detener las agresiones. Porque el femicidio es asunto de todas y todos. Y podría continuar con una larga lista de razones.

 

¿Cuál es la reacción de las personas al ver sus actuaciones?

 Nuestra conexión con el público es estupenda. Hay gente que nos sigue desde “Zapatos”, nuestra primera obra como teatro Carilimpia, algunos otros incluso desde antes. Me parece que la calidad de nuestra relación con el público responde a la calidad de la relación que tenemos con nuestro trabajo. Amamos y respetamos lo que hacemos, no nos conformamos, no nos interesa complacer a nadie. Eso nos permite ser libres y honestas. Eso seduce, atrae. Compartimos contenidos importantes y buscamos maneras poéticas de hacerlo. El público que presenció “El último asalto” mostró todo tipo de reacciones. Desde risitas nerviosas y comentarios chistosos al inicio hasta el silencio tenso al final. Comentarios acerca de la necesidad de mejorar el estado de las cosas en el tema de violencia doméstica. Caras tristes, algunos rostros avergonzados. Cálido y fuerte aplauso de agradecimiento por haberles permitido un momento de reflexión.

 

Háblanos de tu papel como Madam Selelee

Madam Selelee es un personaje mágico que  nació de la colaboración con Ediciones Pelo Malo – Cartonera. Lee, por mediación de las barajas, el destino poético a personas curiosas y sensibles de todas las edades que se acerquen a su mesa abiertas a la sorpresa. Ella es el resultado de una relación poliamorosa entre la intuición, el azar, la poesía, el teatro y el buen humor.
 

¿Hace falta el buen humor en Panamá?

Hace falta MUCHO buen humor en Panamá. No el del chiste y el vacilón común y corriente que se usa para escapar de lo que se piensa que no puede ser cambiado, sino de aquel sentido del humor que te permite relajarte, sonreír y reírte de ti misma mientras estás cambiando lo que necesita ser cambiado.
 

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