Lun, 05/27/2019 - 11:38
- Mujer Profesional + Finanzas
Es importante tenerle respeto a la deuda, pero sin temerle; solo asegúrate de incorporarla a tu vida teniendo claros los conceptos de activos y pasivos para no endeudarte innecesariamente.
El mes pasado te hablé de la importancia que tiene para la mujer iniciar desde una edad temprana en el mundo de las inversiones.
Hoy quiero enseñarte cuándo la deuda es buena y explicarte los pasos para evitar adquirir una deuda mala. La razón principal por la que debes evitar endeudarte es que no vale la pena comprometer tu futuro financiero y el de tu familia por lujos y caprichos que generan satisfacción inmediata. Con frecuencia los bienes que adquirimos por impulso no suelen estar alineados con nuestros objetivos a largo plazo.
Según datos de la Superintendencia de Bancos de Panamá, a diciembre de 2018 la deuda de consumo alcanzó la suma de 12,020 millones de dólares. De dicha deuda la segmentación es la siguiente: Préstamo personal 65%, tarjeta de crédito 21% y préstamo de auto 15%. Cabe señalar que la deuda de consumo representa el 22.21% del total de deuda del Sistema Bancario Nacional, cuya cifra asciende a $54,116 millones de balboas, lo cual representa la magnitud que tiene la deuda en nuestra sociedad.
Considerando lo anterior, quiero que le tengas respeto a la deuda, pero sin temerle; solo asegúrate de incorporarla a tu vida teniendo claros los conceptos de activos y pasivos para no endeudarte innecesariamente.
¿Cuándo es buena la deuda?
La deuda buena es la que te permite adquirir activos productivos. Robert T. Kiyosaki, en su libro “Padre Rico, Padre Pobre” define en palabras muy sencillas un activo como “aquel que pone dinero en tu bolsillo, mientras que un pasivo saca dinero de él”. En resumen, la deuda es buena cuando te permite adquirir activos que generen ingresos, es decir, que producen flujos de efectivo positivos (los ingresos pagan la deuda y además queda un remanente a favor).
¿Qué hacer antes de adquirir una deuda?
A continuación, te detallo algunas preguntas que deberás hacerte antes de adquirir un compromiso:
- ¿Realmente necesito lo que voy a comprar? En ese momento deberás ser muy sincera contigo misma. Pregúntate si lo que deseas comprar responde a una verdadera necesidad o es realmente un capricho. Muchas de las deudas bajo tarjetas de crédito provienen de impulsos por falta de control y disciplina de ahorro. Esta sencilla pregunta te hará desistir de comprar cosas que no necesitas. Recuerda las sabias palabras de Warren Buffett, inversionista, magnate empresarial, orador y filántropo estadounidense, considerado uno de los hombres más ricos del mundo: "Si compras cosas que no necesitas, pronto tendrás que vender las cosas que necesitas".
- ¿El bien que quiero comprar a través de deuda, es un activo? Lo que determina si un bien es un activo o un pasivo, no tiene que ver con el tipo de bien que sea (casa, auto, negocio, oro, joyas, etc.), sino la dirección que siga el flujo del dinero. Si es hacia tu bolsillo, es un activo, si es fuera de tu bolsillo, es un pasivo, asegura Kiyosaki. Por lo anterior sabrás diferenciar la deuda buena de la mala y utilizar el apalancamiento a tu favor (los pobres se endeudan, los ricos se apalancan), tal como lo planteó Arquímedes de Siracusa, ilustre científico de la antigua Grecia: "Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo". Sacándole partido a la Ley de la Palanca podrás hacer que tus inversiones crezcan a la par de tu riqueza.
- ¿Cuál es el costo del financiamiento que planeo adquirir? Analiza los flujos de efectivo y el costo de la deuda. Si al final resulta demasiado alto el interés a pagar, podrás optar por ahorrar un poco y esperar hasta reunir el capital que necesitas o tal vez realizar pequeñas inversiones de compra/venta de acciones, terrenos u otros activos, que te ayuden a generar una ganancia de capital que te prepare para tu siguiente gran inversión. Lo importante aquí es no comprar por comprar.
- ¿La deuda que voy a adquirir sobrepasa la vida útil del bien o producto? Algo muy importante a tomar en cuenta es la vida útil del activo que se planea adquirir. Por ejemplo, si piensas comprar un camión como negocio para generar ingresos, asegúrate de que el plazo de la deuda no sobrepase la vida útil razonable de dicho vehículo.