Fumar ya no se encuentra dentro de las zonas grises, el debate de “si está bien o mal” quedó atrás. Hoy estamos claros que el tabaquismo es una de las adicciones que más problemas trae al organismo, pero también a nuestra piel y otras partes de nuestro cuerpo.
Fragilidad capilar
Según el Dr. Germán Delgado, médico de la compañía Svenson, “el tabaco contiene nicotina, así como radicales libres y sustancias tóxicas –como benzopirena o hidrocarburo aromático policíclico–, con efecto vasoconstrictor, lo que disminuye el aporte sanguíneo folicular y de oxígeno a los tejidos. La consecuencia es que se produce una disminución del aporte sanguíneo folicular, atrofia dérmica, acortamiento del lecho capilar y se altera la cantidad y calidad del colágeno y la elastina”. En palabras más simples, el cabello comienza a perder vitalidad, se reseca la cutícula y por lo tanto se vuelve más frágil.
Envejecimiento prematuro de la piel
¿Sabías que, según los Centros Felicidad Carrera, un paquete diario equivale a privar de oxígeno a las células durante casi todo el día? ¿O que por fumar un cigarrillo, el flujo de sangre llega a disminuir un 42%? Estos datos contribuyen a la explicación de que la piel sufre mucho por el tabaquismo. La aparición de arrugas será casi certera, además, está comprobado que la nicotina ataca al colágeno, lo que provoca que nuestra piel se vea más mate y sin vida y que, por supuesto, menos nutrientes lleguen a la piel, dejándola con una apariencia descuidada.
Dientes y uñas amarillas
Podemos culpar a la nicotina y el alquitrán, estas sustancias químicas son las responsables de la apariencia amarillenta en los dientes y las uñas. Pero no solo se trata de algo estético, el cigarrillo provoca una disminución de la irrigación de los dientes y, por supuesto, las defensas de estos frente a los gérmenes son menores. Por eso es necesario la limpieza profunda y el blanqueamiento profesional.
El conocido ‘código de barras’
Le dicen así al contorno de los labios de un fumador, ya que se llena de líneas verticales por la contracción repetida del músculo al inhalar. Por lo general, el código de barras se sitúa en el labio superior.