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La futura sede del mundial de fútbol es una nación llena de misterio, esta fue mi experiencia.
En Rusia siempre hay un aura de misterio, lo sientes desde que te bajas del avión y quedas en la cabina de pasaporte con el oficial de Migración que busca incesantemente la visa en tu pasaporte panameño y por más que le digas “Niet” que no necesitas visa, él te mira de reojo sin parpadear y revisa sus papeles que confirmen la información. Hay intimidación. ¿O está todo en mi cabeza?
Ya era mi segunda vez en Rusia, la primera no sabía qué esperar, no sabía si sería como en las películas o si sería completamente diferente. Diría que fue un mitad y mitad. En esta ocasión ya sabía qué esperar e incluso me había aprendido mis palabras básicas en ruso. Aunque eso no me serviría de mucho, he aprendido que con el manoteo me entiendo mejor, sobre todo con los rusos. Un par de “Da” con diferentes entonaciones y manoteo en el aire y nuestro entendimiento fluía después de unos días perfectamente. Lo considero un don especial que Dios me ha dado.
Los rusos, en su gran mayoría, no hablan inglés. Esa será la más tediosa dificultad para el Mundial de Rusia 2018. Una dificultad que afectará a todos los que descendamos sobre el país más grande del mundo el próximo año. Sin traductor no vas para ningún lado. Una cosa es el manoteo en el aire con el taxista, otra cosa es pedir direcciones o hasta pedir una comida. La cosa se sigue complicando porque, obviamente, además de no hablar inglés, escriben en cirílico. Así que aunque lo intentes no vas a poder leer los letreros ni mucho menos entender qué dicen. Eso incluye los menús en los restaurantes, lo primero que se pregunta es si tienen el menú en inglés. Lo bueno es que en ciudades más grandes ya están comenzando a colocar letreros en inglés, muy pocos, pero allí van.
Estadios, aeropuertos, carreteras, hoteles, todo en orden. Rusia está más que lista. Pero si vas de Rostov a Ekaterinburgo, o quizás de Nizhny a Samara, ármate de paciencia. Actualmente no hay vuelos directos entre ninguna ciudad. Aunque quede una al lado de la otra. Para volar tienes que hacer conexión en Moscú. El Comité Local Ruso ha dicho que para el Mundial están trabajando con el Ministerio de Transporte y las aerolíneas rusas para abrir vuelos directos que conecten las ciudades. Y aunque los vuelos son cortos, es un día entero en aeropuertos para ir del punto A al punto B. Eso incluye múltiples revisiones en puntos de seguridad, y como dato importante adelanto que los rusos no saben hacer filas. Donde hay espacio para una fila, ellos quieren hacer ocho que se conviertan en una, y si, se te van a colar en la fila sin la más mínima muestra de pena ni arrepentimiento. El “juegavivo” no lo inventamos los panameños, el “juegavivo” lo inventaron los rusos, son nuestros papás. Ahora, si no quieres volar, siempre está la opción del clásico tren ruso. Doce, veinte, treinta y seis horas, queda a discreción de cada quien.
El aura de misterio e intimidación extrañamente diría es parte del encanto de Rusia, es lo que la hace fascinante. Estar en un lugar que es tan lejano a tu realidad, pero en detalles tan similar lo hace casi irreal. Poder ver tanta historia, recorrer lugares que precisamente parecen sacados de una película, te hace volar la mente. Rusia es increíblemente variada en sus regiones y ciudades, en su clima, calles, comida, cultura. Nunca es aburrida. Y en el 2018, Rusia también tendrá fútbol. Durante el Mundial les abrirá las puertas a millones de visitantes que como yo, si no fuese por este deporte, quizás no nos hubiésemos atrevido a quedar envueltos en su misterio.
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