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Hace 30 años atrás nadie imaginaba que las jornadas de hoy día serían imposibles de sobrellevar sin las nuevas tecnologías.
Las computadoras portátiles, tabletas y los “smartphones” se han convertido en dispositivos útiles y diarios en nuestra vida corriente. Pero como el viejo cliché dice, todo en exceso es malo.
La integración de estos aparatos modernos a nuestra rutina, ha desarrollado lo que muchos psicólogos y médicos describen como una “intoxcación cación tecnológica” o “hiperconectividad”. Se trata, según expertos de la consultora internacional JWT Intelligence, de una “obesidad nacida de consumir de más todo aquello que tenga que ver con la tecnología”. El estudio, publicado en 2011, proponía entre varias cosas el concepto “de -teching”, haciendo referencia al desuso de la tecnología.
En el mundo, el promedio de uso de internet es de 23,1 horas mensuales. El 30% se utiliza para navegar en las redes sociales, un 18% para contestar mensajes instantáneos y un 7% para revisar “e -mails”.
Ante este panorama es difícil competir, e incluso se nos hace imposible imaginar un día sin nuestro celular o tableta.
La hiperconectividad ha traído como consecuencia la falta de comunicación entre personas. Ya sabes, has planeado una salida con amigas, o una cita con un pretendiente, pero el celular va contigo. Incluso, muchas veces parece ser el protagonista: continúas contestando mensajes instantáneos de otros individuos, tomas fotografías para luego hacerlas públicas en las redes sociales, y si la película es muy aburrida, no dudas en jugar con alguna de las aplicaciones.
Sergio Sinay, autor del libro “Conectados al vacío”, explica que “un mal de esta época es que hay muchas soledades paralelas. La gente vive repleta de conexiones virtuales, pero convive con una clara sensación de soledad y un vacío existencial muy grande. Estar conectados nada tiene que ver con estar comunicados. Ni mucho menos es sinónimo de estar vinculados afectivamente con el otro. La comunicación es artesanal. Los afectos importantes necesitan de tiempo concreto para nutrirse”.
El estudio, publicado por el Gobierno Británico en el Reino Unido, llamado “El futuro de la identidad”, ha determinado que el uso y la permanencia en las redes sociales provoca una confusión entre la “vida online” y la “vida offline”. Sitios como Facebook, Twitter y juegos en línea, modifican las percepciones sobre los roles que cada individuo ocupa en una sociedad. “Internet no ha producido un cambio de identidad, sino la convivencia de varias de ellas”, advierte la investigación
En 2011 se registraron 7,000 millones de dispositivos conectados a la red. Para 2015 se estima que esta cifra crecerá a los 15 mil millones. Aunque el tema pase desapercibido mu- chas veces, la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que una de cada cuatro personas sufre una adicción a la tecnología.
No esperes a convertirte en una hiperconectada, recuerda que la conexión no siempre es sinónimo de comunicación.
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