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Si tienes dudas con respecto a cuánta libertad darle a tu hijo adolescente, estos consejos son para ti
Para criar a nuestros hijos hay que “tocar por oído”, porque esto lamentablemente no lo enseñan en la universidad. Así que la respuesta no es absoluta: depende. Hay padres que piensan que sus hijos son muy inmaduros y que por eso no les puede dar tanta libertad. La verdad es que lo pueden estar enfocando al revés, sus hijos pueden ser inmaduros justamente porque se les ha dado poca libertad.
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Encuentra el equilibrio perfecto: nadie mejor que tú conoce a tu hijo, así que no le des una libertad excesiva para que haga cosas indebidas o para las que no está preparado física, mental y emocionalmente. Pero tampoco intentes controlarlo de forma rígida porque estarías saboteando el desarrollo de su confianza en sí mismo, independencia e identidad. No es lo mismo darle permiso para teñirse el cabello de azul (algo temporal y aceptable) que para hacerse un tatuaje (permanente). Ellos necesitan oportunidades, e incluso cometer errores, para aprender, madurar y entender que los actos tienen consecuencias, positivas o negativas.
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Establece límites razonables, pero haz que se cumplan: puedes hablar y negociar ciertos “privilegios” con ellos, como la hora de la llegada a casa, el uso del automóvil y de los dispositivos electrónicos, etc. Sé razonable y flexible, pero aclárales que son privilegios y no derechos. Si el chico o la chica incumple las normas, no lo ignores y retira el privilegio por un tiempo para que aprenda que para mantenerlo debe cumplir con lo establecido.
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Aumenta la libertad gradualmente: solo si el adolescente demuestra que es digno de la confianza que estás depositando en él/ella. Si te dice que va a estar en un sitio determinado, entonces tiene que estar allí y localizable, y tal vez la próxima vez le des permiso de llegar un poco más tarde. A través del refuerzo positivo, demuéstrales que cada vez que se porten bien los soltarás y flexibilizarás más las normas.
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Oriéntalo, sin tratar de controlarlo: los adolescentes deben saber que pueden hablar –de cualquier tema– contigo, y que pueden acudir a sus padres para resolver sus problemas o dudas. Si tu hijo es honesto contigo y te dice la verdad, tú debes ser comprensiva, entenderlo y orientarlo sin juzgarlo o controlarlo. En vez de decirle qué hacer, pregúntale qué considera sería lo mejor, y razona con él/ella sobre las ventajas y desventajas de cada acción.
Por último, recuérdales que, aunque no estés allí junto a ellos, su prioridad debe ser siempre mantener la salud y la seguridad.
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