¿Por qué escogió Portobelo para vivir?
Yo diría que Portobelo me escogió a mí. No hubo nada deliberado en mi escogencia, como cuando los encuentros son reales en la vida de uno, simplemente les abres la puerta y los dejas entrar. Mi padre me llevó cuando yo era una niña de siete años, en ese entonces Portobelo era un pueblo marginado, su acceso era muy difícil. Llegamos a una casita frente a la bahía, el agua lamía un promontorio de piedras cerca de la casa de D’orci, un negro alto de barba blanca, que años atrás le había salvado la vida a mi abuelo, cuando se hirió con un machete y D’orci se lo llevó remando a Colón. Mi padre me contaba esta historia con gran admiración por este hombre solitario, oriundo de las islas Vírgenes Francesas y sin más familia que mi abuelo y él. Pasaron muchos años después de esta experiencia y al regresar de uno de mis viajes, sentí la nostalgia de este encuentro y saber de D’orci, cuando llegué, su casa estaba cerrada, había muerto. Al contárselo a mi padre me dijo, si quieres la casa, tómala, a D’orci, le gustaría dejártela. Sin saber por qué decidí quedarme, sin imaginarme entonces que al entrar por esa puerta, mi vida cambiaría para siempre.
¿Cómo fue el proceso de trabajar con la comunidad colonense?
Aunque Portobelo es distrito de Colón, esta comunidad al estar bastante aislada, es distinta a la población colonense. El proceso de trabajar con ellos se dio gradualmente, como cuando uno se integra a su familia o a sus amigos. Primero trabajé con las mujeres, ayudándolas en una cooperativa. Un día al pasar, vi una colcha preciosa de retazos colgada de los árboles, que se mecía en el viento; pensé si esos colores me hablan de las tradiciones de las abuelas, por qué no investigar esos orígenes y agrupar a las que cosen. De esa forma nació el primer Taller Portobelo, con sus colchas, tapices que luego se transformaron en batilongos, gracias a los diseños del poeta artista Juan Dalvera.
¿De dónde surgió la idea de realizar el Festival de Congos y Diablos, y qué es lo más complicado de su proceso?
La idea del festival nació de las propias inquietudes de la comunidad de Portobelo. Concretamente con el Festival de Diablos y Congos, lo más complicado es el financiamiento. Sobre todo al principio, cuando no era claro para muchos su potencial cultural y turístico, ya que toda el área atlántica siempre había estado muy marginada. Otro aspecto vital es la comunicación con el equipo de trabajo, ya que siempre hay distintos puntos de vista; es importante alinear todas las energías y remar en una misma dirección. Luego está la divulgación, cómo se transmite la identidad del proyecto a la mayor cantidad de personas.
¿Qué compone una buena fotografía?
Una buena fotografía se siente así; como una buena fotografía. No se puede desmembrar con análisis, como decir es buena por su composición, o es buena por su iluminación, etc. ¿Cómo desmembrar el misterio de la Mona Lisa? Al hacerlo, se escaparía la magia.
¿Qué opinión merece el hecho de que hoy día, gracias a las aplicaciones digitales, todos puedan ser fotógrafos?
Sería lo mismo que decir que porque hay instrumentos electrónicos, cualquiera puede ser músico. Una buena foto puede estar hecha desde un teléfono celular o una mala foto puede estar hecha con una Hasselblad.
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