Jue, 12/03/2015 - 21:27
- Mente y Cuerpo
Volverse adicto al bronceado puede ser tan letal como la heroína, así lo han demostrado científicos de la Universidad de Harvard.

El hallazgo, publicado en la revista científica “Cell”, reveló que la adicción a tomar sol comparte la misma vía hormonal que la del consumo de heroína. "Es sorprendente que estemos genéticamente programados para ser adictos al carcinógeno más accesible del mundo: el sol", explicó David Fisher, autor principal de la investigación.
El científico aclaró que estos experimentos deben ser validados en seres humanos, ya que fueron conducidos en ratones de laboratorio. Aunque confirmó que la respuesta de la piel frente la radiación UV parece mantenerse entre especies. Para realizar estas pruebas se tomaron a roedores y se les afeitó el pelaje, después fueron separados en dos grupos: expuestos y no expuestos a la luz UV. En siete días, el nivel de endorfinas en el torrente sanguíneo había aumentado solo en el primer grupo.
Las endorfinas son consideradas las moléculas de la felicidad porque son las que permiten a las personas disfrutar de la vida, sentirse deleitados por muchas cosas y resurgir con facilidad de las crisis personales sin demasiadas cicatrices emocionales.
De esta manera se encuentra una respuesta válida para aquellos reincidentes en este proceso, ya que el cuerpo al liberar endorfinas hace sentir bien al sujeto, pero al mismo tiempo pone en riesgo la salud de su piel.
David Fisher, autor principal de la investigación, junto a su equipo también realizó los mismos análisis en ratones modificados genéticamente incapaces de liberar endorfinas. “En este caso no observamos cambios hormonales en la sangre ni en la sensación del dolor ni tampoco en la aparición de conductas de adicción”, aclaró.
Síntomas
Según los expertos, una persona tanoréxica experimenta:
- Angustia y mal humor ante la pérdida de una sesión de sol o de rayos UVA. Incluso algunas personas llegan a experimentar lo que se conoce como “síndrome de abstinencia” cuando no pueden exponerse al sol.
- Ansiedad excesiva por perder el tono ganado.
- Frustración crónica sobre el propio color de la piel: la persona afectada está convencida de que su tono es más claro de lo que realmente es.
- Algunos pierden el apetito. En casos extremos pueden padecer un trastorno dismórfico corporal. Es decir, un trastorno mental en el que la persona es excesivamente crítica en relación con su físico o imagen.
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