- Mente y Cuerpo
Esta bebida estimula el metabolismo y fortalece el sistema inmunológico, facilita la digestión sin dañar el hígado, protege el corazón, es beneficioso para las articulaciones y alarga la vida.

Razones para beber vino hay y de sobra, sino pregúntele al corazón. Este importante órgano es el que más se ha beneficiado con este licor obtenido de las uvas; muchos estudios lo han demostrado, eso siempre y cuando sea ingerido con moderación.
Por muchos años, el vino ha tenido muy mala fama, y no sin parte de razón, todo debido a las consecuencias de su abuso, consecuencias producidas por el alcohol que es, después del agua, el componente más abundante del vino. Sin embargo, en las últimas décadas se han descubierto otros elementos que también producen importantes beneficios al organismo, en especial como preventivo de las enfermedades cardiacas.
A partir de los años 70 se empezó a establecer una diferencia entre el consumo de vino con efectos farmacológicos y el consumo tóxico. Generalizando, se podría decir que te encuentras en un margen de seguridad, y obteniendo el máximo partido de los beneficios del alcohol, si, en el caso de los hombres, no superas el consumo de medio litro al día, cantidad que debería reducirse a la mitad en el caso de las mujeres y no más de 2 o 3 copas al día para las personas ancianas (dado que en su metabolización entran en juego las enzimas que oxidan el alcohol, la masa muscular, la sangre y la cantidad de agua presente en el organismo, todo ello mayor en el caso de los hombres).
Excelentes beneficios
- Anemia: Rioja, por ser rico en hierro y cobre.
- Artereosclerosis: Priorat, Navarra, Merlot, Cabernet Saunignon, por la abundancia de taninos.
- Bronquitis y pulmonitis: Cava, Penedés de aguja, espumosos.
- Cansancio psicofísico: Tinto Monastrell y Mencía del Bierzo, joven. Lambrusco, vino de aguja rosado.
- Cardiopatías: Tintos de Alicante, Tecla, Mancha, Campo de Borja, ricos en potasio. Rosados de Navarra y el Penedés. Ambrusco, vinos de aguja y cava.
- Diarreas: Merlot, Cabernet Sauvignon, secos y con abundancia de taninos.
- Dolores menstruales: Rosados de Navarra, Requena y el Penedés. Blancos del Penedés, Ribeiro y La Mancha.
- Estreñimiento: Vendimias tardías de Alicante, Valencia, ricas en glicerina.
- Varices y fragilidad vasal: Tintos de Toro, Ribera del Duero, Priorat, muy tánicos.
- Hipertensión arterial: Rosados de Valdepeñas y Navarra, Lambrusco y vinos de aguja.
- Hipotensión arterial: Tinto robusto y envejecido, Merlot, tempranillo. Cava y vinos de aguja. Somontano, Costers del Segre y Ribeira Sacra, jóvenes y ricos en potasio.
- Inapetencia: Vinos de aguja y espumosos, Somontano, Costers del Segre y Ribeira Sacra, ricos en ácidos.
- Insomnio: Jumilla, Almansa, tinto de garnacha.
- Nerviosismo y depresión: Vinos rosados de aguja y espumosos.
- Obesidad: Penedés y Ribeiro secos, vinos blancos con azúcares residuales.
- Resfriado y gripe: Somontano, rico en potasio. Merlot y Tempranillo, ricos en taninos.
- Trastornos de la visión: Metlot, Cabernet Sauvignon, ricos en polifenoles.
- Úlcera gástrica: Cariñena, Monastrell, Barbera, Cabernet Sauvigno, ricos en taninos y procianidinas.
Según diversos científicos y doctores, el vino tinto contiene una sustancia (presente en las uvas rojas) llamada resveratrol químico y que parece ser que contribuye a retardar el proceso inflamatorio del cuerpo, retrasando así situaciones importantes como la pérdida de audición, el envejecimiento en general e incluso en aspectos cognitivos. Este vino además de ser beneficioso para el corazón, puede prevenir la sordera según afirman ciertos estudios.
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