El fin de semana pasado decidí dar una escapada al Valle de Antón con un grupo de amigos. La verdad es que había pocos lugares del Valle que no conocía. En otras oportunidades había visitado el zoológico El Níspero, El Chorro Macho, las aguas termales, La Piedra Pintada, El Chorro de los Enamorados, y el Chorro Las Mozas. Pero nunca me había decidido por subir La India Dormida.
En los días de planificación del paseo nadie lo había mencionado, pero una vez que estabamos allá, no quedó otra opción más que decir que sí a la aventura y poder dirigirnos hacia la cima. ¡Estas son algunas de las cosas que aprendí en el paseo!
1. Los implementos SÍ son importantes: Ahora me rio, pero la verdad es que la travesía se hizo algo desesperante. No tenía los zapatos adecuados, no había llevado zapatillas deportivas y no contaba con zapatos con buena tracción. Así que ya sabes, si te decides por emprender el paseo, asegúrate de ir con zapatillas que tengan buena tracción. El camino es cuesta arriba y hay ciertos lugares donde encontrarás agua, verdín y mucho barro. ¡No querrás quedar sentada después de una caída como yo! Además de los zapatos, es importante que vayas ligero de ropa. Si no te animas a ir en shorts, trata de usar pantalones livianos.
2. Poco alimento, pero nutritivo: Durante la mañana en la cual nos preparábamos para ir a la montaña fue toda una discusión si llevábamos o no comida. Pero la verdad es que creo que fue la mejor decisión haber optado por cosas pequeñas pero nutritivas y que nos aportaran valor calórico mientras sudábamos la gota gorda. Una caña de azúcar fue el dólar mejor invertido durante todo el paseo. Además embolsamos maní, agua y algunos chocolates. Fue mi primera vez comiendo caña, y la verdad es que he descubierto un mundo desconocido que me fascinó, aunque sé que no es un producto natural que pueda consumir todo el tiempo. También puedes optar por nueces o frutos secos. Por supuesto, todo esto solo si desayunaste como debías.
3. El ejercicio es mejor con amigos: Soy de las que se aburre muy rápido, se cansa si no tiene algún incentivo para hacer ejercicio. De chica era todo lo contrario, pero algo pasó en el camino. El sedentarismo gana la partida muchas veces, pero realmente me asombré de mí misma mientras subíamos porque, más allá de las caídas y raspones, en el momento no fue tan mortificante la exigencia física y le adjudico esto a la compañía que tenía, ir conversando de distintas cosas en la subida me ayudó a no pensar tanto en la parte física. Dos días después me di cuenta de lo que había hecho, porque allí fue que el dolor en los muslos apareció.
4. Es necesario que podamos reconectarnos con la naturaleza: No sé ustedes, pero encuentro esta clase de paseos reconfortantes, sanadores. Vivimos en una sociedad superficial y con un ritmo tan acelerado que muchas veces perdemos la perspectiva de las cosas. La naturaleza tiene la capacidad de volvernos a enfocar, nos despeja la mente, nos devuelve la belleza real del mundo, en definitiva nos libera de cargas y de estrés. Es importante que cada tanto puedas planificar actividades al aire libre, al sol, debajo de la lluvia o de una cascada de agua. Te sentirás más liviana. El sendero a la India Dormida es un excelente paseo para poder reconocer orquídeas, mariposas y pájaros. Si tienes binoculares, no te los olvides en casa, serán muy útiles en el paseo.
5. No todo es INSTAGRAM: la noche en que volvimos a nuestras casas una de las amigas con las que fui me chateó para decirme que no habíamos sacado muchas fotos durante la travesía. Pero después de reflexionar juntas un rato sobre esa premisa, nos dimos cuenta de otra que era mucho más importante. No tener registrado en el celular estos momentos puede llegar a jugar a nuestro favor, es una simple muestra de que la compenetración en aquella vivencia fue tal, que nisiquiera recordamos sacar nuestros teléfonos inteligentes para fotografíar cada cosa que ocurría. ¡A veces es mejor mirar la vida con nuestros propios ojos que a través de la cámara de un celular!