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"Arte del mar: intercambio artístico en el Caribe" despliega, por primera vez, las influencias entre las civilizaciones taínas
El Museo Metropolitano de Nueva York (Met) celebrará durante más de un año la cultura caribeña ancestral con una muestra que destaca los logros artísticos de las primeras civilizaciones de la zona, y el poco conocido intercambio con Colombia, Panamá, Honduras o Costa Rica.
"Arte del mar: intercambio artístico en el Caribe" despliega, por primera vez, las influencias entre las civilizaciones taínas de Cuba, Jamaica, República Dominicana, Haití y Puerto Rico, y las sociedades costeras en países como Colombia, Panamá, Costa Rica y Honduras antes del siglo XVI. "Las exposiciones del Caribe siempre se enfocaban en taínos específicamente, y lo que quería hacer era promocionar las investigaciones arqueológicas y de historia de arte que se han fomentado un montón en los últimos años", explicó a Efe el comisario de la muestra, James Doyle, del departamento de Artes Antiguas de las Américas.
Podrán verse hasta enero de 2021 un total de 41 artículos que provienen tanto de la propia colección del Met como de otros museos que han querido colaborar en la exposición, como el Museo de Historia Natural de la Institución Smithsonian, de Washington DC, o el Guggenheim de Nueva York. Las piezas expuestas revelan además la variedad de materiales utilizados tanto en el Caribe como en las zonas costeras, como la cerámica, el oro, la piedra verde y la madera, en artículos que van desde un quemador de incienso hasta collares, colgantes, pedestales o banquetas.
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Pero el centro de la muestra es una escultura de madera, la "Figura de deidad (Zemí)" de alrededor de los años 974-1020 d.C., que llegó a la colección del Met en 1979 después de haber estado en manos del magnate Nelson Rockefeller. "Tenemos aquí en el Met una escultura muy importante, la mejor preservada de la época antigua de los taínos", dice Doyle de la excepcional pieza, que se cree debe parte de su buena conservación a que este tipo de esculturas solía guardarse en cuevas. "Proviene probablemente de la República Dominicana, y en las islas antillas hay varias cuevas donde se depositaron ritualmente esculturas de madera, y por eso sobrevivieron hoy", señala el experto.
En concreto, se trata de una escultura antropomorfa de ojos abiertos, nariz chata y orejas rectangulares con un recipiente sobre la cabeza, y que se utilizaba como una repisa para consumir cohoba, una droga alucinógena, que los españoles describieron como una parte integral de los rituales taínos. "No es decoración, es otra forma de pensar en escultura", apunta el curador, que explica que estas piezas eran "muy queridas" por la sociedad taína. "Es un ejemplo de cómo fueron queridos estos seres. No es sólo un estante, sino que es parte de la comunidad", agrega.
Junto a las obras de arte creadas por los taínos, la exposición presenta también objetos de artistas taironas del norte de Colombia, de diversos reinos del istmo de Panamá y Costa Rica, y de las redes de comunidades escultóricas del valle de Ulúa en Honduras. Los objetos creados a partir de materiales de lujo, como jade, concha, oro y mármol, recalcan las diversas relaciones comerciales entre los pueblos caribeños.
Remata la exposición el cuadro "Rumor de la tierra" (1950), del pintor cubano Wifredo Lam (1902-1982), cedida para la muestra por el Museo Guggenheim de Nueva York, con el que se quieren explorar los legados ancestrales en el siglo XX. Lam, de descendencia africana, china y europea, utiliza imágenes vegetales y animales que se inspiran en deidades de la santería haitiana y afrocubana, así como mitologías primitivas. "Quería comenzar esta conversación de la contribución caribeña al arte moderno y cómo se inspiran los artistas modernos y contemporáneos en el paisaje caribeño hoy en comparación con los escultores de antes", expone Doyle.