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"Es un poco rígida y disciplinaria, pero a la vez equilibrada y mágica", expresó la actriz
Por David Villafranca
El cielo de Londres se abre de nuevo para que descienda, con paraguas y bolso, la encantadora Mary Poppins, quien, según Emily Blunt -la elegida para tomar el relevo de Julie Andrews-, es como una especie de superheroína mágica y tierna que puede solucionar cualquier problema.
"De niña recuerdo la magia de la película original y también sentirme muy segura con Mary Poppins. Ella llega, cura y arregla las cosas", dijo a Efe sobre la cinta "Mary Poppins Returns" que se estrena en Estados Unidos el 19 de diciembre.
"Es un poco rígida y disciplinaria, pero a la vez equilibrada y mágica. Y creo que, siendo un niño, sentir que estás a salvo y en buenas manos es como que todo el mundo quiere que Mary Poppins llegue para salvarle", añadió.
Blunt (Londres, 1983) se mete en la piel de la niñera más famosa del cine en "Mary Poppins Returns", secuela del inolvidable clásico de Disney "Mary Poppins" (1964) y que, bajo la dirección de Rob Marshall ("Chicago", 2002), incluye en su elenco a Lin-Manuel Miranda, Meryl Streep y Colin Firth.
Con el aroma de cuento de hadas y los deliciosos números musicales de la cinta original, "Mary Poppins Returns" presenta a Michael y Jane Banks, los niños de la primera película, ya como adultos y con serios problemas domésticos.
Por fortuna, Mary Poppins regresa a sus vidas para poner todo en orden, eso sí, a través de mil aventuras en las que no pararán de cantar y bailar.
A Blunt, sobresaliente en cintas como "The Devil Wears Prada" (2006) o "Sicario" (2015), esta oportunidad irrechazable le llegó meses después de "A Quiet Place" (2018), una modesta cinta de terror que dirigió y coprotagonizó su marido John Krasinski y que reventó la taquilla.
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"Es completamente surrealista. Me ha costado digerir y absorber este año. ¡Ha sido demasiado...! Es como si le estuviera sucediendo a otra persona", bromeó.
Ante las inevitables comparaciones que la situarán frente al espejo de Julie Andrews, Blunt optó por "no tratar de emularla".
"Decidí no ver la película original antes de empezar. Solo leí los libros así que fue una manera de transportarme para dar forma a un nuevo espacio y crear mi propia versión de ella", indicó.
"En los libros encontré a una Mary Poppins bizarra, excéntrica, borde, vanidosa y divertida ¡Muy divertida!", aseguró.
Con un órdago a la nostalgia, "Mary Poppins Returns" es una carta romántica a Londres, que mezcla elegantemente acción real y animación, y además un tributo a un personaje dulce, pero misterioso; cariñoso, pero también con muchos secretos.
"No se muestra cuando trabaja para la gente (...) y a la vez es alguien con profundidad y empatía", reflexionó la actriz, quien intentó dar "momentos de humanidad" a un personaje que, en ocasiones, actúa como si nada fuera con ella.
Aunque ya tenía experiencia en musicales como "Into the Woods" (2014), Blunt recalcó el desafío de las coreografías al estilo del "Hollywood clásico".
"El primer día de ensayos nos dieron el sombrero y el bastón. Y lo peor es que aprendes todo con zapatillas, pero luego te tienes que poner el vestido. Vas con tacones y una falda enorme y es como 'Oh, dios mío'", recordó divertida.
Igual que Julie Andrews contó con el deshollinador interpretado por Dick Van Dyke, quien en esta nueva cinta tiene un emotivo cameo, Blunt se apoyó en Lin-Manuel Miranda dando vida a un farolero.
"Lin es un artista tan único... -dijo-. Tiene esa inocencia natural, ese optimismo, ese encanto, que es perfecto para este personaje".
Siguiendo al Disney más tradicional, el filme encierra un mensaje de creer en lo imposible y confiar en la magia que Blunt respaldó sin reservas.
"A veces es lo único que tenemos: afrontar cada día con esperanza. Creo mucho en los 'quién sabe' o 'y si...' (...). Si perdemos la esperanza, entonces sí estamos realmente perdidos", aseguró.
Y en un mundo de videojuegos, internet y cintas de superhéroes, la británica defendió el valor de los relatos clásicos siempre y cuando logren "emocionar a los espectadores".
"El problema es que muchas de las películas que se hacen ahora son como muy derivadas unas de otras (...). Necesitas a alguien como Rob que pruebe nuevas cosas y haga algo nada cínico y nostálgico. Muchas veces la gente sale (de ver esta película) sin saber por qué no pueden parar de llorar. Y me parece que eso tiene que venir de un lugar de profunda alegría", finalizó.