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Llorar no es negativo. Es un acto beneficioso que nuestro cuerpo agradece, tanto a nivel emocional como físico.
A veces reprimimos el llanto debido a lo que pueden opinar los demás o porque creemos que es un signo de debilidad. Pero llorar es un desahogo beneficioso, que libera nuestra emoción y evita que usemos la alimentación como válvula de escape para huir de aquello que no nos gusta sentir, según una especialista en nutrición emocional.
Al llorar y desahogarnos, no solo nos "quitamos un peso de encima" en sentido figurado, al aliviar en cierta medida la preocupación que nos oprime psicológica y emocionalmente, sino que además ayudamos indirectamente a evitar que nuestro peso corporal aumente de una manera física y perceptible en la balanza.
Uno de los principales problemas que tenemos con las emociones es que desde nuestra infancia nos han enseñado a clasificarlas como "buenas" o "malas", pero lo cierto es que simplemente son "emociones", y tenemos que permitir que fluyan para que a la larga seamos capaces de entender el mensaje que traen consigo, destaca Sabal.
Dejar que el llanto fluya en vez de reprimirlo, ejerce efectivos positivos, como ayudarnos a:
- Gestionar nuestras emociones, ser conscientes de lo que estamos sintiendo y dejarnos guiar por el mensaje que nos traen.
- Soltar ese dolor que llevamos dentro sin permitir que se alargue más de lo debido en el tiempo.
- Calmarnos y relajarnos.
- Reducir la ansiedad y el estrés.
- Conocer mejor nuestros límites y así saber hasta dónde podemos llegar en determinada situación.
- Hacernos conscientes de nuestra vulnerabilidad y necesidad de apoyo, algo natural, ya que somos seres vulnerables y sociales.
- Reconfortarnos al pedir ayuda a los demás y contar con ellos.
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