Existen personas que tienen la capacidad de encarnar extremos, opuestos; son como una antítesis caminante, y aun así, logran hacer realidad aquella frase jocosa de “si la vida te da limones, haz limonada”. Lo que quiero decir es que usan esos extremos y, de alguna manera que todavía no he descubierto, hacen que converjan.
Helen Christensen nació en Dinamarca, su mamá es peruana, fanática de The Smiths y R.E.M, fotógrafa profesional —sus trabajos han sido publicados en revistas como “Marie Claire” y “Elle”— es madre de un varón, y en algún momento de su vida fue modelo... corrijo, supermodelo, y he aquí llegamos a uno de los extremos. Moda, ropa, maquillaje, fotos, revistas reconocidas, campañas de publicidad... ¿me sigues?
La época dorada de Helena fue en los años 90, la recordarás quizás por sus campañas de Victoria Secret o por ser la cara de la línea de cosméticos Revlon. Pero los años trajeron consigo el otro extremo, realidades globales como pueden ser las 45.2 millones de personas desplazadas forzosamente de sus países de origen. 46% de esas personas son niños y, por supuesto, las principales causas son los conflictos y persecuciones que ocurren en Oriente Medio y África.
Y aquí viene el dilema para muchos, o la magia para otros: ¿qué pasa cuando esas realidades se enfrentan cara a cara, cuando chocan?
Lo que Helena ha vivido en los últimos meses me recuerda las vivencias de la directora gráfica más joven en la historia de Vogue, Lisa Lovatt Smith, quien al bajarse del avión por primera vez en África supo de manera casi instantánea que su bolso Chanel se convertiría en algo burdo, en algo completamente fuera de lugar (ella misma lo describe así en su libro “Quién Sabe Mañana”).
Christensen fue escogida por Acnur para viajar a Colombia en el marco del Día Mundial del Refugiado, celebrado el 20 de junio.
De acuerdo con la definición contemplada en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951, un refugiado es una persona que —por fundados temores de ser perseguida por raza, religión, nacionalidad, opinión política, orientación sexual y otras razones— no puede vivir segura en su país de origen. Es una situación que no se escoge por motu proprio, nadie pide ser refugiado.
La idea de la misión de Helena era entonces, a través de sus fotografías, resaltar la historia de mujeres fuertes y valientes en uno de los puntos más calientes de este prolongado conflicto: Colombia.
Más de 5.7 millones de personas son ‘desplazados internos’ (es decir, aquellos que no cruzan fronteras internacionales en busca de seguridad y protección) en el país sudamericano; el conflicto se ve hace décadas, se debe a varios factores como la participación de grupos armados ilegales, carteles de la droga y violaciones graves de los derechos humanos. “Grandes zonas del país todavía están a cargo de los grupos armados - tales como las Farc, el ELN y el EPL. Gobiernan los distritos, a menudo forzando despiadadamente a la gente a que abandonen sus tierras mediante amenazas y violencia sexual. Se hizo muy evidente para mí que muchos colombianos aún viven con un gran temor a la amenaza de la violencia y atrocidades inimaginables que se ciernen sobre ellos, y me sorprendió descubrir que, en promedio, un desplazado interno en Colombia se verá obligado a abandonar su hogar, no una vez o dos veces, sino cinco veces”, contó Helena cuando regresó a finales de abril de la misión.
Con una gran población de desplazados internos, Colombia ve una tasa particularmente alta de la violencia sexual entre los desplazados internos y, por lo tanto, es un foco de los esfuerzos del Acnur para combatir la violencia basada en el género sexual. “Casi todas las mujeres que fotografié tenían una historia para compartir de violencia, el abuso sexual, miedo y trauma. Todas ellas han tenido que pasar muchas veces y se han enfrentado a la pobreza extrema y el desempleo, además de una grave falta de alimentos. A pesar de esto, todavía había esperanza en sus corazones”, comentó Christensen.
La travesía
El viaje de Helena duró una semana, en esos días recorrió áreas de Colombia como Soacha (un barrio en las afueras de Bogotá) y Aracua (en la frontera con Venezuela). En las diferentes localidades, Helena tuvo la oportunidad de conocer distintas historias de vida femeninas.
A Mercedes (61 años), una experiodista radial y ahora abuela, la conoció en Soacha. El hijo de Mercedes fue asesinado el año pasado. Recibió un disparo fuera de la panadería local - abatido a tiros a plena luz del día delante de sus amigos. Helena contó que nadie sabe por qué, aunque todo el mundo sabe quién es el responsable. Sospechan que era un castigo por negarse a ser reclutado por la banda armada local.
Helena recuerda las palabras textuales de Mercedes durante su encuentro: “Voy a luchar por la justicia para mi hijo, voy a luchar por mi comunidad y apoyar a las mujeres que han sido violadas y abusadas. No tengo miedo de lo que me va a pasar a mí. Nuestra comunidad necesita la justicia y estoy orgullosa de ser una líder comunitaria y activista”, dijo Mercedes.
En Aracua, Helena pudo conocer a la tribu indígena Makaguan, que vive en aislamiento desde hace cuatro años. El pueblo vive muy cerca de uno de los blancos de los grupos guerrilleros. Allí vive Felicia, quien contó cómo los guerrilleros habían logrado amedrentar, a través de torturas y el asesinato de un líder joven, a toda la tribu. “Tuvimos que huir por seguridad. Ahora no tenemos nada. No podemos trabajar, nos quedamos sin nada que hacer y no tenemos futuro. Yo sueño estar nuevamente en nuestras tierras abundantes rodeado por el bosque, el río y los animales”, expresó Felicia.
La historia más conmovedora para Helena fue la de Soreli Martínez, quizás por su juventud y sus grandes ideales. Soreli es una adolescente de 15 años, parece estar decidida a no casarse, quiere estudiar para convertirse en enfermera. “Mucha gente en mi comunidad se enferma, ya que hay mosquitos y enfermedades. Quiero ayudar y tener la libertad de estar a cargo de mi propia vida”, le contó Soreli a Helena.
Cuando sucede la magia...
En Ciencias Naturales nos enseñan que las estrellas que vemos como pequeños puntitos luminosos en el cielo, en realidad son esferas con luz propia que se originan cuando dos o más galaxias chocan entre sí. Parece que después de todo, en la naturaleza es común que se originen cosas extremadamente bellas a partir de colisiones.
Para la joven editora gráfica de Vogue Lisa Lovatt Smith, la colisión de esos ambos extremos dio como resultado la creación de OrphanAid Africa, una ONG en la comunidad Ayenyah en Ghana, que por el momento ayuda a más de 5,000 niños en constante exposición a enfermedades o riesgos de desnutrición.
Lisa logró, con los años, unificar los dos extremos que había experimentado en distintos momentos de su vida: con el paso del tiempo y gracias a las grandes amistades y contactos que hizo durante su estadía en la casa editorial Condé Nast, hoy son varios los rostros de la industria de la moda, diseñadores y editores lo que se encuentran comprometidos con la causa.
Helena logró algo parecido: a través de su carrera profesional, gran influencia y la ayuda de Acnur, logró sacar a relucir historias escondidas, realidades que quizás en la rapidez de nuestro día a día se nos escapan como agua entre los dedos.
“Pensé en mi hijo de 15 años, y las lágrimas simplemente brotaron de mis ojos. No puedo imaginar pasar por algo tan horrible como eso, y sé en mi corazón que yo también lucharía hasta el final para mi hijo, no importa qué”, comentó Helena cuando escuchó por primera vez la historia de Mercedes.
La magia sobrenatural pareciera ocurrir cuando, después de los choques existenciales que tenemos como raza humana, logramos identificarnos los unos con los otros, cuando todos ponemos de lo que somos y aportamos al bien común, cuando por fin logramos que nuestros aparentes extremos converjan y formen equipo. Allí se producen las estrellas y las miles de lucecitas en el cielo.
Esta, sin ningún tipo de duda, quedará titulada como una “misión cumplida”.