Cuando la ciencia es inclusiva

Mié, 07/04/2018 - 14:14
Con el propósito de ayudar a Itzel Ortega, estudiantes y profesores de la UTP desarrollaron un proyecto de tecnología asistida para mejorar la movilidad de personas ciegas.
Itzel Ortega solo se maquilla para ocasiones especiales, como lo es esta, al contarle a una periodista su historia de vida y cómo una situación particular de su cotidianidad inspiró el desarrollo de una aplicación para personas con discapacidad visual. 
 
Pintarse de rosa los párpados —a juego con su vestido—, tal vez ha sido lo más fácil que le ha tocado encarar a lo largo de sus 25 abriles. Desde muy niña tuvo que “aprender a defenderse”: sus padres se separaron cuando ella tenía 10 años de edad, y como su madre trabajaba en la ciudad de Panamá limpiando casas —la familia vive en el poblado de El Copé, en Coclé—, Itzel se quedó a cargo de sus dos hermanos menores. Nació con ceguera severa, al igual que su hermana menor, y aun así aprendió por sí misma las tareas propias del hogar.
 
A pesar de su discapacidad, las limitaciones económicas, las responsabilidades domésticas y haberse convertido en madre a los 14 años, Itzel encontró la forma de graduarse   como licenciada en Mercadeo y Comercio Internacional en la Universidad Tecnológica de Panamá (UTP), en 2017. “Para un estudiante con discapacidad es más difícil. Tiene que hacer mucho esfuerzo porque va a tener que quedarse en la universidad horas extras si en verdad se quiere graduar”, señala.
  
Sin ayuda de un bastón ni de lazarillos, la coclesana atravesaba caminos y ríos de difícil acceso para luego tomar el bus que la llevara de su poblado hasta su lugar de estudios universitarios, en Llano Marín. Pero un día, Itzel se quedó dormida en su transporte, se pasó la parada y se desorientó. Fue entonces allí, bajo la adversidad del momento, cuando esa circunstancia se convertiría en una oportunidad que hoy promete hacer más fácil y segura la movilidad de personas con discapacidad visual en el transporte público de Panamá. 
 

Una solución que integra

Cuando  Itzel se perdió, estaba desesperada; a sus compañeros de clase les tomó casi dos horas rescatarla. Su caso motivó a un grupo de estudiantes y docentes de la UTP de Coclé y Azuero a desarrollar MOVIDIS, un proyecto de tecnología asistida que busca mejorar la movilidad de personas con discapacidad visual en el transporte público de Panamá. La idea consiste en lograr que la interacción de estos individuos con la sociedad y el medio sea más tolerable y menos peligrosa, aumentando así el sentido de integración. 
 
 
“Vimos esa experiencia no muy agradable, y en una de mis asignaturas les dije a los estudiantes de tercer año de la Licenciatura en Desarrollo de Software: ‘Yo creo que nosotros tenemos capacidad de resolver esta situación de Itzel’. Empezamos a pensar en el diseño de un dispositivo para movilidad de personas, un sistema de orientación”, narra la ingeniera Guelda Carballeda de Tristán, profesora de la UTP Coclé y una de las coinvestigadoras.
 
La propuesta de investigación, liderada por el  doctor Héctor Montes, participó en la Convocatoria de Fomento a I+D 2014 de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt), y fue una de las beneficiarias. Su desarrollo tomó dos años y cuatro meses de trabajo.
 
El proyecto se basa en el diseño, desarrollo e implementación de dos diferentes series de prototipos. Uno de ellos está enfocado en aplicaciones para teléfonos inteligentes que utilizan el sistema operativo Android, las cuales funcionan de forma integrada.
 
La primera aplicación que se desarrolló fue ViDis, que utiliza la persona con discapacidad visual para poder interactuar de manera remota con el bus. “Permite la movilización de un punto A a un punto B de forma segura, y en el trayecto le da notificaciones a la persona sobre dónde se encuentra localizado el vehículo que tiene el sistema”, explica el profesor de la UTP Coclé Rafael Vejarano, también colaborador del proyecto.
 
ViBus es otra de las aplicaciones y sirve para que el conductor interactúe con la persona ciega. “El conductor coloca el celular en el vidrio del autobús y tiene una pantalla donde puede recibir la notificación de que una persona con discapacidad lo requiere”, ilustra Vejarano.
 
Durante una demostración con Itzel, observamos que mientras ella está en la parada, un autobús de la UTP que posee el sistema le envía la localización y el tiempo que se demora en llegar. Una vez dentro del  vehículo, Itzel tacta con destreza la colorida pantalla del celular  (guiándose por las instrucciones que emite la aplicación) para indicarle al chofer, por medio de una notificación, dónde desea bajarse.
 
La tercera aplicación, Tutor, le señala a una segunda persona la ubicación, en tiempo real, del individuo con discapacidad visual.
 
Ángel Henríquez (uno de los estudiantes que comenzó el proyecto) trabaja en la implementación de una cuarta aplicación llamada OGeo, que facilitaría la experiencia de desplazamiento de las personas ciegas. Funciona con dispositivos ubicados en el techo, que le anuncian al usuario (por medio de vibraciones, colores fuertes y voz) los destinos por los que avanza y cuando finalmente llega al elegido.  Se puede usar en empresas, aeropuertos, ferias, universidades, etc. Con este proyecto Ángel participó en 2017 en un proyecto de investigación en Medellín, Colombia, y obtuvo el primer lugar de mejor trabajo internacional.
 

 Si la internet falla

El segundo prototipo del proyecto de investigación está vinculado con el diseño y la implementación de sistemas de comunicaciones por radiofrecuencia, que le permitirá a la persona con discapacidad visual que se encuentre en una parada de autobús saber si el transporte público se aproxima, de manera que pueda solicitar que se detenga. 
 
Está compuesto de tres módulos: el MOVI-ETA, para ser utilizado por la persona con discapacidad visual; el MOVI-Bus, ubicado en el autobús para el uso del conductor, y el MOVI-Stop, que se coloca en las paradas de autobuses.
 
Itzel ha colaborado con el grupo de investigadores para comprobar la usabilidad y navegabilidad de los dispositivos; ella es quien los prueba y dice si son funcionales para las personas ciegas. “Vemos las ingenierías como algo frío, técnico. La ventaja de este proyecto es el beneficio social, la parte humana. Cuando en Azuero se dio la oportunidad de colaborar con Coclé, uno de los primeros ejercicios fue venir a conocer a la joven Itzel, y les decía a los muchachos que no perdiéramos de vista que, aunque estuviéramos desarrollando un dispositivo, estábamos haciéndolo para mejorar la calidad de vida de alguien”, subraya el ingeniero José Muñoz, coinvestigador.
 
Actualmente, MOVIDIS se encuentra en la etapa de pruebas y validaciones. “Ya se validaron tres tipos de “software”, se han hecho demostraciones, pruebas en la calle, en el autobús, pero en áreas controladas”, expresa Vejarano, asegurando que el objetivo es llevarlo a un nivel más complicado, en una ciudad como Panamá, donde existe gran cantidad de paradas que hay que etiquetar para que el sistema pueda producir esas señales de información.
 
La proyección es poder utilizar el proyecto integrado a un nivel nacional para impactar a la sociedad incluyendo a las personas con discapacidad visual.  Sin embargo, Montes ha destacado que en Panamá aún no se cuenta con la adecuación de la infraestructura para los individuos con este tipo de condición, por lo que “nos tomará un poco más de dos años poder sacar un producto  utilizable y fiable al 100%. Los productos de MOVIDIS funcionan muy bien y se debe continuar con el trabajo para que puedan ser utilizados”.

 

Por una educación inclusiva

El desarrollo de MOVIDIS no fue algo casual para la UTP, pues ya la universidad venía dando pasos hacia la inclusión. En 2012, preparándose para el ingreso de Itzel, se realizó un trabajo de investigación con la Secretaría Nacional de Discapacidad (Senadis) y el Instituto Panameño de Habilitación Especial (Iphe) para conocer  sobre la discapacidad que presentaba la joven; luego, se hizo un plan de acción para crear interés y preparar a los docentes y al personal administrativo para recibirla. 
 
Además, hubo adecuaciones para mejorar las condiciones de Itzel en la vida estudiantil. Se pasaron los contenidos al sistema Braille, se adquirieron calculadoras científicas especiales con parlantes y la Asociación de Ciegos realizó asesorías sobre los tipos de computadora y de otras aplicaciones para personas ciegas.
 
También se realizaron jornadas de sensibilización entre la comunidad de estudiantes y se estableció un programa de voluntariado con bienestar estudiantil. “Itzel, por sus condiciones económicas, recibió mucho apoyo de tipo social y económico y fue atendida médicamente”, explica la ingeniera Carballeda. 
 
Aclara que en el ámbito académico, la estudiante no tuvo privilegios, y que las herramientas que le proveyeron fueron  para potenciarle sus habilidades.
Itzel es la primera egresada con discapacidad de la regional de Coclé, pero ella no presume de eso, de haberse graduado con un promedio superior a 4  ni de haber ayudado a mejorar una aplicación para personas ciegas. Se siente alguien “común y corriente” (ni una heroína ni una persona diferente),  a quien le ha tocado aprender a defenderse para sobrevivir junto a sus hermanos.
 
Hoy lo único que realmente le preocupa es poder conseguir un empleo digno –desde que se graduó, el Ministerio de Trabajo la llama a actualizar sus datos, pero no la ha ubicado en un puesto–,  para seguir adelante, depender lo menos de su familia y hacer su vida tranquilamente como una persona “normal”. 

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