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La alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV) está mediada por una reacción inmunológica. Descubre algunas generalidades si sufres esta condición.
Es común escuchar hablar sobre las intolerancias causadas por la leche, principalmente por la lactosa, el azúcar de la leche; sin embargo, también existe otra afección que puede experimentarse por consumir este alimento y es la alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV), la cual está mediada por una reacción inmunológica.
Su diagnóstico puede ser a través de una simple sospecha, lo que conllevaría a la abstinencia del consumo de productos con leche de vaca, o también pueden realizarse pruebas cutáneas.
¿Cuáles son sus síntomas?
Pueden aparecer desde minutos hasta 2 horas o más después de la ingesta. Entre los síntomas podemos ver reacciones digestivas, cutáneas y respiratorias como urticaria, dermatitis atópica, eritema, proctocolitis, esofagitis; también se presentan cólicos abdominales, diarrea, heces con sangre y anafilaxia.
¿Cuál es el reto de esta condición?
El verdadero reto a enfrentar ante esta condición es que hay varios productos que contienen esta proteína, presente en sus ingredientes con diferentes nombres y hasta como aditivos.
Además de contener leche, un alimento podría tener ingredientes como: caseína, suero de leche o suero láctico, hidrolizado proteico, lacto albumina y lacto globulina.
Por otro lado, como aditivos pueden estar: conservantes como el ácido láctico, espesantes como caseinato de calcio o potásico, lactato potásico como acidulante, entre otros.
¿Qué nutrientes se pudiesen afectar a largo plazo?
En ausencia del consumo de la leche y sus derivados se puede ver un bajo aporte de nutrientes como el calcio y la vitamina D, por lo que es indispensable el procurar un consumo adecuado de esos nutrientes a través de alimentos que los contengan como: brócoli, espinaca, hojas de mostaza, berro, almendras u otros frutos secos, sardinas, semillas de linaza, pescados y mariscos.
Alimentos a evitar:
Los derivados lácteos o las preparaciones que tengan algo de lácteos pueden ser muy amplias, desde mantequilla y platos que la contengan, yogurts, postres y panes; todo tipo de quesos, salsas, dips, aderezos para ensaladas y hasta bebidas.
Alimentos que se pueden consumir sin preocupación:
Frutos secos, semillas, frutas y vegetales, huevos, carnes de todo tipo, aceites, especias, hierbas aromáticas, tubérculos y granos.
Aunque es una afección un poco rara de encontrar, es importante conocer las pautas y, ante cualquier sospecha, poder acudir a los especialistas para un diagnóstico oportuno.
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