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Muchos la conocen como la fruta del dragón (debido a su forma, que pareciera una bocanada de fuego típica de este ser mitológico), especialmente en la región de su origen: Asia.
Hablamos de la pitaya, una fruta que quizás conozcas porque muchos bloggers y fanáticos de Instagram la han fotografiado gracias a sus hermosos colores: un rosa intenso casi fucsia por fuera y en su interior, unas minúsculas semillas dentro de una carne blanca y jugosa que la asemejan al kiwi. El contraste es casi perfecto.
No es tan fácil conseguirla, pero Centroamérica es la región de todo América Latina que más acceso tiene a ella. Durante este verano, la fruta fue tomando mayor popularidad en los países sudamericanos, sobretodo en las regiones costeras.
Si te estás preguntando cómo se consume, pues existen varias maneras. Algunos la comen cruda, es la forma más rica de sentir su sabor dulce y fresco. Otros consumen solo la pulpa blanca de la que hablamos anteriormente, algo muy parecido a lo que ocurre también con el mamón chino. Otros, principalmente en las redes sociales, la consumen como el producto estrella de distintos smoothies matutinos.
Otra idea es prepararla en ensalada de frutas y acompañarla de otras con sabor tropical.
Para que conozcas acerca de su aporte nutricional, la pitaya es una fruta rica en Vitamina C, la cual también contiene del grupo de las B. Además, es nutritiva y aporta minerales como calcio, fósforo, hierro, y tiene alto contenido en agua y posee proteína vegetal y fibra soluble. Las semillas, que son comestibles, contienen ácidos grasos beneficiosos.
Además, es una excelente fuente de fibra, con cerca de 1 gramo de fibra por cada 100 gramos de fruta fresca, que se elevan cuando la fruta se presenta seca y proporciona un 4% del valor diario de fibra dietética.
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