- Nutrición
Una conidicón que se presenta en por lo menos el 6 a 10% de las mujeres en estado de embarazo, que puede constituir un peligro para la madre y el feto si esta no es tratada adecuadamente. Descubre algunos consejos nutricionales y generalidades que te serán útiles.
El embarazo es una etapa de muchos cambios, tanto físicos como psicológicos, familiares y también metabólicos y funcionales, pues nuestro cuerpo se va adaptando para promover el desarrollo y crecimiento de tu futuro bebé.
Dentro de todo este proceso existen circunstancias en que los cambios hormonales y otros pueden afectar la manera en que el azúcar en sangre es manejado, por lo que se puede agudizar una diabetes existente (diagnosticada previamente al embarazo) o dar lugar a que se desarrolle una diabetes gestacional.
¿Qué es diabetes gestacional?
Es una condición en la que el azúcar en sangre se encuentra por niveles superiores a los recomendados. Se caracteriza por aparecer en el estado de embarazo y luego desaparece; es usualmente diagnosticada a partir de la semana 24 hasta la 28 de gestación.
Este tipo de diabetes es de las menos comunes, sin embargo, puede presentarse en por lo menos el 6 a 10% de las mujeres en estado de embarazo.
Aunque no suele presentar síntomas claros durante su desarrollo, la madre puede tener alteraciones como mucha sed y orinar de forma más frecuente. Es importante considerar los controles prenatales mensuales con rigurosidad, pues es allí donde normalmente el médico ginecólogo puede tener alguna sospecha y enviar los exámenes pertinentes para descartar o asegurar esta condición.
La diabetes gestacional puede constituir un peligro para la madre y el feto si esta no es tratada adecuadamente.
¿Qué factores predisponen al desarrollo de diabetes gestacional?
Sin duda es una condición que involucra muchos factores como:
- Obesidad (con un índice de masa corporal mayor a 30 kg/m2)
- Ganancia de peso excesiva durante el embarazo
- Historial familiar de diabetes mellitus
- Tener más de 35 años de edad
- Antecedentes personales de síndrome de ovarios poliquísticos
- Ser Sedentaria
- Padecer de hipertensión arterial
- Historial de tabaquismo
- Historial de diabetes gestacional en embarazos previos.
Ahora, debemos tener presente que contar con alguno de estos factores no significa el desarrollo certero de diabetes gestacional, lo que sí nos revela este listado es que para disminuir el riesgo de su aparición podemos mejorar esas áreas que están dentro de nuestra posibilidad, incluso desde antes de quedar embarazadas: Procurar un peso saludable previo al embarazo, ser activas antes y durante el embarazo, evitar el cigarrillo y tener un cuidado adecuado de cualquier morbilidad que presentemos desde antes de quedar embarazadas.
¿Cómo debe ser mi alimentación?
Durante el embarazo, las necesidades nutricionales y de calorías aumenta. Con respecto al 2do y 3er trimestre, las calorías adicionales que debemos aumentar rondan entre 300 hasta 450 calorías, pero eso sí, ¡cargadas de nutrientes!
El embarazo no es un momento para hacer “dietas” restrictivas, pues esto podría poner en peligro a ambos.
Los carbohidratos: en definitiva, no hay alimento prohibido como tal durante el embarazo, pero es ideal tener en cuenta que los carbohidratos debemos elegirlos basándonos en su calidad de nutrientes; es preferible que elijas aquellos integrales, es decir, que aportan fibra (avena, arroz, menestras, trigo, verduras, vegetales, frutas) y evitar aquellos que son refinados y que contienen azúcares añadidos (dulces, algunos panes, ciertos yogurts con sabores, bebidas, golosinas, snacks de bolsa, galletitas y otros).
Por otro lado, puedes guiarte eligiendo aquellos con bajo a medio índice glicémico, de este tema hemos hablado en notas anteriores relacionadas al manejo nutricional del síndrome de ovarios poliquísticos y otros tipos de diabetes.
En términos generales, se debe consumir mayor cantidad de grasas saludables como aceite de oliva, aguacate, frutos secos, semillas; también se debe priorizar el consumo de vegetales, menestras, frutas; procurar un consumo moderado en sal y una ingesta de por lo menos 2.7 litros de agua. En cuanto a las proteínas, preferir aquellas bajas en grasas (magras) como pescados, pollo y algunas veces carnes rojas.
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